17/05/2013
Para
las asociaciones internacionales Alliance Defending Freedom (ADF) y el European Center for Law and Justice (ECLJ), ambas
especialistas en asuntos jurídicos relacionados con el Tribunal Europeo de
Derechos Humanos (TEDH), la sentencia del TEDH Alda Gross vs. Suiza (n° 67810/10) del 14 de mayo 2013,
en la que han participado como tercera parte, resulta inexplicable y contradice
la abundante jurisprudencia previa que niega el derecho al suicidio asistido o
la eutanasia por ser contrarios a la Convención Europea de Derechos Humanos.
Para
ADF, la posibilidad de encontrar en el caso que nos ocupa un signo de violación
de la Convención era posible sólo haciendo malabares y tergiversando los
textos. El TEDH ha logrado por segunda vez en un brevísimo espacio de tiempo
encontrar violación del Artículo 8 de la convención en lo relativo al suicidio
asistido sin declarar, sin embargo, que sea un derecho humano.
Paul
Coleman, de ADF, insiste en que “el gobierno tiene la obligación de proteger la
vida, no facilitar la muerte. Las reivindicaciones de la autonomía personal no
deben prevalecer sobre las leyes nacionales que están diseñados para proteger a
los débiles y vulnerables. Antes del caso de Gross vs Suiza, esta posición –
consagrada en la Convención Europea de Derechos Humanos-, había sido apoyada
por la jurisprudencia de la Corte Europea”.
Por
su parte, Grégor Puppinck, del European Center for Law and Justice, explica que
el Tribunal no ha considerado el suicidio asistido como práctica médica sino
como una libertad individual que debe
ser regulada por ley. El ECLJ señala la división interna del TEDH en cuestiones
sociales e insiste en lo sorprendente e inexplicable de una sentencia que
contradice el consenso europeo en contra del suicidio asistido, así como el
artículo 2 de la Convención que obliga a los Estados a respetar y proteger la
vida de “cualquier persona” y establece el principio de que “la muerte no puede
imponerse a ninguna persona intencionadamente”.
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