lunes, 3 de noviembre de 2014

El sonoro silencio





La Gaceta                 por Ramón Pi

Como probablemente en ningún otro, en este periódico se ha puesto de relieve el sonoro silencio oficial de toda referencia a Dios, tanto en los actos de abdicación del Rey Juan Carlos como en la subsiguiente proclamación del Rey Felipe, incluido el primer discurso del nuevo monarca. Esta omisión, que ya sería una rareza en cualquier país occidental, en el caso de España llama aún más la atención, porque sería incomprensible no ya la Monarquía hispánica, sino la misma nación española, si se ignorase que la transmisión y defensa de la fe católica ha sido uno de los signos característicos de nuestra secular historia desde Recaredo hasta nuestros días, pasando por los
ocho siglos de Reconquista, el descubrimiento, evangelización e incorporación del Nuevo Continente al mundo hispánico, la defensa de la Iglesia frente a la Reforma protestante o la brillantísima floración de grandes fundadores religiosos españoles cuya impronta ha influido hondamente en el planeta entero. Son señas de identidad de las que no se puede prescindir si se quiere entender esta realidad que llamamos España.

Pero estos días todo se ha desarrollado como si Dios no existiera, aunque para ello haya sido necesario ignorar no sólo nuestra historia colectiva, sino también la realidad de la aplastante mayoría de españoles bautizados en el seno de la Iglesia católica, Familia Real incluida. Y así como se han analizado y desmenuzado -y en muchos casos elogiado con toda justicia- hasta los más nimios detalles de las ceremonias, a nadie puede sorprender que se haya detenido la atención en aspectos como la desaparición del crucifijo y las Sagradas Escrituras en el acto de proclamación, o en el completo silencio de cualquier alusión a la trascendencia en el discurso inaugural del reinado de Felipe VI. Más bien lo sorprendente ha sido que la mayoría de los medios haya pasado por alto este aspecto, como si entrar en él fuera caminar sobre un suelo de brasas.
Podría parecer que esta queja fuese reflejo de una mentalidad añorante de los tiempos del Concordato de 1953. No es así, al menos en mi caso. Me parece un acierto la declaración constitucional vigente de la aconfesionalidad del Estado. Pero no creo que la omisión de mencionar siquiera a Dios estos días haya sido un olvido involuntario o se haya debido a la decisión de observar escrupulosamente el artículo 16.3 de la norma máxima: un olvido de este calibre es inimaginable, y la Constitución no establece en modo alguno ni que se haga lo que se ha hecho, ni que se omita lo que se ha omitido. Son perfectamente compatibles un Te Deum o una misa del Espíritu Santo en celebración del advenimiento del nuevo Rey con el hecho de que ninguna confesión religiosa tenga carácter estatal. La única explicación razonable es, a mi parecer, que  se ha tratado del designio de aprovechar como excusa la aconfesionalidad del Estado para ir suprimiendo toda presencia religiosa, incluido el mismo nombre de Dios, en nuestra vida pública.
Estamos, pues, ante la deformación del sentido que el constituyente quiso dar a la separación de Iglesia y Estado, pues en el mismo precepto que proclama que "ninguna confesión tendrá carácter estatal", se añade a continuación que "[l]os poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones". No parece que la quiebra de tan vieja tradición como la jura sobre los Evangelios, la solemne misa y el no menos solemne Te Deum -todo eso muy anterior al franquismo, desde luego- sea la mejor manera de tener en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española, a no ser que haya sido fruto de un acuerdo entre el Gobierno (o la Casa Real, o ambos) y la jerarquía católica, cosa posible, a juzgar por el silencio que ésta ha observado hasta ahora ante tamaña novedad inesperada y la ausencia de toda iniciativa de los pastores católicos en el sentido de organizar solemnes actos religiosos públicos aunque no tengan la consideración burocrática de "actos de Estado".
En cualquier caso, parece muy claro que el modo que la Corona y el Gobierno han tenido de interpretar no sólo la Constitución sino también eso que se suele llamar los signos de los tiempos, va en la dirección de prescindir de todo asomo de referencias religiosas y vivir como si Dios no existiera. Ciertamente, éste parece ser uno de los signos de este tiempo, pero nada ha de extrañar que a los católicos españoles, singularmente a los demócratas, les haya producido una clara desazón. Todavía resuenan las palabras de Benedicto XVI pronunciadas el 14 de noviembre de 2012: "Existe una forma de ateísmo que definimos, precisamente, «práctico», en el cual no se niegan las verdades de la fe o los ritos religiosos, sino que simplemente se consideran irrelevantes para la existencia cotidiana, desgajados de la vida, inútiles. Con frecuencia, entonces, se cree en Dios de un modo superficial, y se vive como si Dios no existiera. (...) En realidad, el hombre separado de Dios se reduce a una sola dimensión, la dimensión horizontal, y precisamente este reduccionismo es una de las causas fundamentales de los totalitarismos que en el siglo pasado han tenido consecuencias trágicas, así como de la crisis de valores que vemos en la realidad actual. Ofuscando la referencia a Dios, se ha oscurecido también el horizonte ético, para dejar espacio al relativismo y a una concepción ambigua de la libertad que en lugar de ser liberadora acaba vinculando al hombre a ídolos".
Si a mí no me ha costado más de dos minutos encontrar esta cita, es seguro que los finos especialistas en discursos regios tampoco habrían tenido mayor dificultad. Y si así ha ocurrido, entonces los sutiles diplomáticos que organizan los viajes de los monarcas han cometido un burdo error si han creído que, por programar su primer viaje al Vaticano, se va a neutralizar el efecto decepcionante que entre los católicos han tenido los actos de estos días.












martes, 10 de junio de 2014

El valor de las firmas




Publicado por Blogger para Nupcias de Dios
el 6/26/2014



Me llama mucho la atención el distinto valor de las recogidas de firmas según quienes sean los que las recogen y luego presentan y también según quien sea el que luego está llamado a valorarlas.

Hoy leo la noticia de que Aministía Internacional ha recogido 100.000 firmas de varios países para exigir la retirada del anteproyecto de ley española sobre el aborto. A estas cien mil firmas se les otorga un valor extraordinario, casi como si fueran la perfecta expresión de una voluntad internacional.

Al mismo tiempo, es sabido que en el último día de su mandato, la Comisión Europea saliente rechazó que la petición pro-embrión Uno de Nosotros fuese examinada en el Parlamento. En este caso el número de firmas había sido nada más y nada menos que UN MILLÓN OCHOCIENTAS MIL en casi todos los paises de la Unión Europea. Hace unos días, a Marcello Pera -conocido filósofo y político italiano, famoso porque estrechó una gran amistad con el cardenal Ratzinger y juntos publicaron varios libros- le preguntaron acerca de esta decisión de la comisión europea a lo que contestó:
"¿Qué puedo responder? Que si se hubiese realizado una análoga petición pro-matrimonio homosexual o pro-eutanasia, habrían bastado unas pocas firmas para salir adelante. Ha sucedido ya. Por otra parte, ¿no se trata de 'conquistas de la civilización", como las llaman?".

Afortunadamente, la organización de Uno de Nosotros ha comunicado a la Comisión europea su indignación por el "ninguneo" de los cerca de dos millones de ciudadanos europeos que ven esfumadas sus expectativas. 

También recojo la queja de Benigno Blanco ante la exclusión del Foro de la Familia y de Red Madre en el acto organizado el pasado martes en el Palacio de El Pardo. Efectivamente, Don Felipe y Doña Letizia recibieron en el Palacio de El Pardo a representantes de más de 350 representantes de entidades sociales con objeto de hacer "más conocida y reconocida" su labor, que es "un ejemplo magnífico para todos", dijo el Rey. La defensa de la vida no es valorada como una promoción de la solidaridad, cuando curiosamente se trata de las personas más indefensas, aquellas a las que incluso sus propias madres rechazan.

¡Si eso no es solidardidad...!





martes, 25 de febrero de 2014

Sin whatsapp sin whatsapp

Sobre el mismo tema puedes ver estos 2 enlaces en este mismo blog:

Adicción a las redes sociales

Hoy el móvil lo es todo































sábado, 15 de febrero de 2014

Amparo Medina - De revolucionaria atea a militante católica

Entrevista a Amparo Medina en la que cuenta su vida hasta el momento de su conversión.

 Son 5 vídeos de 9,30 minutos de duración que vale la pena verlos.

Al final hace referencia  a su trabajo en la ONU y a las directrices abortistas, anticoncepcionistas.... de este organismo. Cuenta en detalle todo lo referente a la ONU en el vídeo recogido en este enlace. También vale la pena verlo para enterarse qué tipo de políticas sociales promueve la ONU.

También puedes ver el artículo de este mismo blog sobre Amparo









 






















































lunes, 10 de febrero de 2014

Obesidad mental



El profesor Andrew Oitke publicó su polémico libro «Mental Obesity», que revolucionó los campos de la educación, periodismo y relaciones sociales en general.



En esa obra, el catedrático de Antropología en Harvard introdujo el concepto del epígrafe para describir lo que consideraba el peor problema de la sociedad moderna.

Hace apenas algunas décadas, la humanidad tomó conciencia de los peligros del exceso de gordura física por una alimentación sin reglas. Estamos ahora en el momento de notar que nuestros abusos en el campo de la información y conocimiento están creando problemas tanto o más serios que esos.

Según el autor, “nuestra sociedad está más abarrotada de preconceptos que de proteínas, más intoxicada de lugares comunes que de hidratos de carbono.” La gente se ha viciado de estereotipos, juicios apresurados, pensamientos tacaños, condenas precipitadas. Todos opinan sobre todo, pero no saben nada.

Los cocineros de esta magna "fast food" intelectual son los periodistas y comentaristas, los editores de la información y los filósofos, los argumentistas y
realizadores de cine. Los noticieros y telenovelas son los “hamburgers” del espíritu; las revistas y novelas son los “donuts” de la imaginación.

El problema central está en la família y en la escuela. Cualquier padre responsable sabe que sus hijos se enfermarían si comieran solamente dulces y chocolates. No se entiende, entonces, cómo es que tantos educadores aceptan que la dieta mental de los niños esté compuesta por dibujos animados, videojuegos y telenovelas.

Con una «alimentación intelectual» tan cargada de adrenalina, romance, violencia y emoción... es normal que esos jóvenes nunca consigan una vida saludable y equilibrada.

Uno de los capítulos más polémicos y contundentes de la obra titulada “Los Buitres", afirma: «El periodista se alimenta hoy casi exclusivamente de cadáveres de reputaciones, de escándalos, de lo más bajo de las realizaciones humanas... La prensa dejó hace mucho de informar, para sólo seducir, agredir y manipular. El texto describe cómo los reporteros se desinteresan de la realidad, para centrarse solamente en el lado polémico y chocante. «Sólo la parte muerta y podrida de la realidad es la que llega a los periódicos.»

El conocimiento de las personas aumentó, pero lleno de banalidades. Todos saben que Kennedy fue asesinado, pero no saben quién fue Kennedy. Todos dicen que la Capilla Sixtina tiene techo, pero nadie siquiera sospecha para qué sirve. Todos creen que Saddam es malo y Mandela es bueno, pero no se preguntan por qué.

No sorprende que en medio de la prosperidad y la abundancia, las grandes realizaciones del espíritu humano estén en decadencia. La familia es discutida, la tradición olvidada, la religión abandonada,
la cultura se banalizó, el folklore entró en caída libre, el arte es fútil... No sorprende que en medio de la prosperidad y la abundancia, las grandes realizaciones del espíritu humano estén en decadencia.

Florece la pornografía, el charlatanismo, la imitación, la insipidez, el egoísmo. No se trata de una decadencia, una «edad de las tinieblas» o el fin de la civilización, como tantos pregonan. Es sólo una cuestión de obesidad. El hombre moderno está adiposo en el raciocinio, gustos y sentimientos.

Precisa sobre todo de
Dieta mental

Anónimo, obtenido de un powerpoint que circula por internet






miércoles, 5 de febrero de 2014

Confundimos la solidaridad con la ayuda a la extrema pobreza



Elena Roger es pedagoga y editora de Solohijos.com, un portal que cuenta con un equipo de profesionales de distintas especialidades, así como entidades y asociaciones reconocidas, cuyo valor diferencial consiste en ayudar a los padres a ser mejores padres



entrevista de Judith Martínez a Elena Roger, pedagoga / www.lavanguardia.es

¿Qué es la solidaridad?
Significa poner a disposición de los demás nuestras inteligencias con la intención real de contribuir a la sociedad.

Resumiendo, un niño solidario es un niño inteligente
Exacto.

¿Solidaridad e inteligencia?
Cuando un niño se identifica con un compañero que sufre porque le han quitado su peluche o cuando un adolescente decide voluntariamente participar en la campaña de alimentos de una ONG, es porque previamente ha utilizado unas operaciones mentales determinadas: la identificación, la comparación, la diferenciación … Un niño que observa, que se pregunta cosas, que compara y categoriza, que traza estrategias para ayudar a los demás es un niño con criterio, con pensamiento reflexivo y con gran amplitud del campo mental.

¿Y qué pasa con los sentimientos?
El aprendizaje significativo, el que pasa previamente por las emociones, es el que permanece en el tiempo y forma parte del funcionamiento cognitivo. La sensación de plenitud y satisfacción que resulta de ayudar a otros seres humanos, pese a los problemas y dificultades que conlleve esa ayuda, repercute a modo de recompensa en esa persona.

Entonces, un niño solidario es un niño que siente
Educar en la solidaridad significa educar para que nuestros hijos sean, sientan y trasformen. Un niño educado desde pequeño en la solidaridad es un niño educado en la sensibilidad, en la generosidad, en el respeto y la empatía. En el sentido de justicia y en la autoexigencia.

Es una palabra complicada para un niño.
Difícil de pronunciar pero muy sencilla de entender. Significa enseñarle desde pequeño a disfrutar y a divertirse pensando en los demás.

No es tan sencillo…
Meta siete cartulinas en una caja de zapatos, y escriba en cada una de ellas diferentes acciones que su hijo pueda realizar (en secreto) por los demás: sonreír a un amigo que está triste, compartir su bocadillo con un compañero que no tiene, ayudar a su hermano a recoger los juguetes… Cada día, al levantarse, deberá coger una cartulina, su objetivo del día, e intentará lograrlo, sin que la persona beneficiada sea consciente. Este juego supone una gran aventura, divertida y satisfactoria, para un niño de 5 años. ¡Y mucho más si sus padres son cómplices!

¿A qué edad se le enseña a un niño a ser solidario?
A la misma edad en que se le enseña a ser autosuficiente y autónomo. Cuando, siendo muy pequeño, le animamos a hacer las cosas por sí mismo, a solventar sus problemas, a sentirse capaz, a atreverse con soluciones creativas…

A veces caemos en el error de sobreproteger a los hijos….
Sobreproteger a un hijo impide que se desarrolle en él la necesidad de contribuir a la sociedad. Enseñe a su hijo a sentirse competente y responsable de sí mismo y le estará educando para cambiar el mundo. Entonces le enseñará la maravillosa sensación de sentirse autónomo, competente y preparado para ayudar a otros.

¿Y cómo se le enseña a un niño a ser solidario?
Un 70% del aprendizaje de los valores relacionados con la solidaridad se aprenden a través del ejemplo de
los padres. Unos padres preocupados por el respeto a la naturaleza, que inculcan valores de tolerancia a sus hijos, que se esfuerzan en su día a día o que discuten y negocian de forma asertiva los conflictos, enseñan a sus hijos a contemplar el mundo desde una perspectiva de justicia, igualdad y respeto.

De tal palo, tal astilla
Sí, porque el 30% restante se aprende a través de experiencias mediadas por ellos, a través de juegos, libros, canciones, películas, historias...

¿Nos enseña otro juego?
Dibuje una enorme margarita sin pétalos en una pizarra grande. Antes de ir a la cama, dígale a su hijo que dibuje un pétalo si cree que ha hecho algo positivo por los demás. Alabe su hazaña y hágale sentirse orgulloso de sí mismo. Se sorprenderá de lo que es capaz de hacer para ganar otro pétalo y volver a sentir esa misma satisfacción.

Los niños egoístas, ¿pueden ser solidarios?
Pueden emprender actos solidarios pero no ser solidarios. Una persona solidaria es una persona básicamente generosa. En actitud, en pensamiento, en estrategias. Es un valor que se contrapone al egoísmo.

¿Puede un niño ser egoísta con sus hermanos y a la vez entender que debe ser solidario con otras personas? ¿No es contradictorio?
El egoísmo no siempre implica carencia de solidaridad. El egoísmo de un niño hacía sus hermanos también puede deberse a los celos, al trato no individualizado de los padres o incluso al periodo evolutivo en el que se encuentra.

¿Por qué cuando pensamos en solidaridad la primera imagen que nos viene a la cabeza es del tercer mundo?
Porque confundimos solidaridad con ayuda a la pobreza extrema. Y concretamente con ayuda económica. Sin embargo se puede ser también solidario con los que están cerca, ofreciéndoles nuestro tiempo, acompañándoles en el dolor y el consuelo, así como en la oración…

Especialmente con la familia
La solidaridad empieza en casa, sintiendo y demostrando respeto por los hijos y viceversa. Se enseña solidaridad cuando la familia se reparte tareas, se realizan reuniones y se asumen compromisos, pero también cuando los padres se hablan entre sí con respeto, cuando el hermano mayor consuela al pequeño o cuando el pequeño ayuda al mayor a poner la mesa.

¿Un niño solidario asegura un adulto solidario?
En la vida no hay nada seguro y mucho menos cuando hacemos proyecciones con los niños. Y esto es lo fantástico de la naturaleza humana: que todos podemos ser lo que queramos ser, dependiendo de nuestras circunstancias, talentos y motivaciones. Un niño que crece bajo la sombra de los valores solidarios es más proclive a comportarse de esta manera cuando es adolescente. Sin embargo, he conocido adolescentes difíciles que ordenaron sus vidas en tan solo algunos meses de voluntariado. No hay mejor tratamiento terapéutico que sentirse útil y valorado por los demás.

¿Cree que (en general) en el mundo hay solidaridad?
Sí, pero es insuficiente. Una cosa es la caridad y los sentimientos solidarios pero hablar de solidaridad, en letras mayúsculas, solidaridad proactiva, comprometida, estratégica y coherente, esto ya es otro cantar.