Sobre la admiración: el
consumismo es la forma más letal y directa de matar el asombro del niño. Cuando
saturamos sus sentidos empieza a dar el mundo por supuesto
Tengo 38 años /Soy abogada / Nací en Quebec
(Canadá) y vivo en Barcelona, aquí me enamoré y me casé / Tenemos 4 hijos (de 3
a 7 años) / Me dedico a la consultoría de empresas/Deberíamos volver a educar y
dejar de inculcar / Soy católica practicante...
entrevista de Ima Sanchís a Catherine L’Ecuyer,
coach y consultora / www.lavanguardia.es
La mente intuitiva es un
regalo sagrado y la mente racional es un fiel sirviente. Hemos creado una
sociedad que rinde honores al sirviente y ha olvidado el regalo, decía
Einstein. A lo que L'Ecuyer, en su ensayo "Educar en el asombro" (Plataforma),
añade: 'Matar la imaginación, el asombro y la creatividad de un niño para
inculcarle cuanto antes y contra su naturaleza una actitud razonable es típico
de una sociedad fría, cínica y calculadora. Hacemos a los niños a nuestra
medida. El niño es un adulto pequeñito'. Esta abogada empezó a
investigar temas relacionados con la educación cuando nació su primer hijo, y
su blog tiene más de siete mil visitas al mes (http://apegoasombro.blogspot.com.es/
).
¿Por qué no llueve hacia arriba?!', me
preguntó mi hijo.
Qué tierno.
En realidad no buscaba una respuesta, es la
manera que tienen los niños de admirarse ante una realidad que es pero que
podría no haber sido. El asombro es el motor de la motivación del niño.
Chesterton decía...
Un sabio.
... 'En cada niño todas las cosas del mundo
son hechas de nuevo y el universo se pone de nuevo a prueba'. Un niño ve por
primera vez el cielo, y estrena el cielo. Crece maravillado por lo que le
rodea. Si te fijas, de camino al cole las madres tiran de los niños, sólo las
abuelas caminan junto a ellos.
Una observación de la que aprender.
Los niños se paran maravillados porque han
visto algo que brilla en el suelo..., y las madres dicen: '¡Deja esa porquería!'.
¿Qué hacemos?, ¿llegar tarde al cole?
Lo que sea menos chafar su asombro. El asombro
es el deseo de conocimiento, es no dar el mundo por supuesto, por eso debemos
educar en el asombro.
¿Y cómo se hace?
El asombro requiere libertad interior. Según
Tomás de Aquino, hay dos fases en el conocimiento: la primera es el
descubrimiento y la invención, y la segunda, la disciplina y el aprendizaje.
Hemos invertido el orden: en las escuelas se aprende de fuera hacia dentro, no
de dentro hacia fuera.
El afuera es invasivo.
Sufrimos el síndrome de la sobreestimulación
debido a unos cuantos experimentos con ratas: pusieron unas ratas en una jaula
oscura y otras en un laberinto con ruedas y rampas. Las segundas resolvían
mejor los problemas. Así llegaron a la conclusión de que a más estímulos, más
inteligencia.
Entre la carencia de estímulos y el exceso
debe haber el punto medio.
Hoy los estudios relacionan la
sobreestimulación con problemas de aprendizaje.
Estamos en la era de las pantallas.
Estamos creando niños saturados. Inocentes
series infantiles tienen una media de 7,5 cambios abruptos de imagen por
minuto. Cuando esos niños se enfrentan al ritmo de la vida real, todo les
impacienta y aburre. Existen estudios que relacionan horas de televisión en la
infancia con problemas de atención y trastorno del aprendizaje.
Hay que recuperar el silencio.
Las pantallas estridentes turban el único
aprendizaje sostenible del niño: descubrir el mundo por sí mismo y a su ritmo.
Einstein decía que la formula del éxito era el trabajo, más el juego, más el
silencio. Nunca habíamos tenido tanta información y nunca habíamos aprendido
tan poco.
Es una preocupación mundial.
El premio Nobel Herbert Simon decía que la
información consume atención de quien la recibe. En consecuencia, una gran
cantidad de información crea un empobrecimiento de la atención.
La multitarea es hoy habitual en niños.
Y ya sabemos que dividir la atención la merma.
El niño sobreestimulado se convierte en un adolescente que lo ha visto y lo ha
tenido todo, tiene el deseo bloqueado.
El sistema educativo tampoco ayuda.
Todos nacemos originales y morimos copias,
decía Carl Jung. En lugar de sacar lo mejor de cada uno, el sistema educativo
inculca. Y se amolda al supuesto 'nuevo ritmo infantil' a base de pantallas.
Sin embargo, los altos directivos de empresas tecnológicas de Silicon Valley
mandan a sus hijos a un colegio de élite que hace bandera de no utilizar
tecnología en las aulas.
¿Un nuevo esnobismo californiano?
Su argumento es que el ordenador impide el
pensamiento crítico, y que ya tendrán tiempo de aprender y de gestionar esa
herramienta. Hay que evitar que vean la vida como una pantalla en la que
suceden cosas, procurar que descubran el sentido a través de la vida real, y
respetar su ritmo.
Es lento.
Sí, desde nuestro punto de vista son como
caracoles, y sin embargo ellos tienen la clave de la felicidad: vivir con
intensidad y asombro cada momento presente. Eso es natural para los niños, no
se lo robemos.
Será mi propósito para el 2013.
Si dejamos que vean y vivan cosas que no les
corresponden, las etapas se aceleran. La edad de la infancia es la edad del
juego, de la imaginación; si no la pasan de pequeños, serán adultos inmaduros.
El consumo, sus mensajes los atrapan.
El consumismo es la forma más letal y directa
de matar el asombro de un niño. Cuando saturamos sus sentidos con todo lo que
quiere no le dejamos desear las cosas, y así el niño empieza a dar el mundo por
supuesto.
... A pensar que todo le es debido.
Sí, que las cosas, o peor, que las personas
tienen que comportarse como él quiere, y sus caprichos se convierten en
órdenes, y aparecen las pataletas y los enfados a consecuencia de la
frustración que le provoca que la realidad no se amolde a lo que desea.
Eso da mucha pena.
Educar en el asombro es educar al niño en el
agradecimiento por la vida, por la belleza y el misterio que le rodea.
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