No era sencillo, a mediados del siglo XX, ser
una periodista y activista comprometida con los pobres y rechazar el comunismo.
Es llamativo que una mujer abortara voluntariamente y firmara posteriormente
una declaración a favor de la vida...
artículo de José Ignacio Moreno / www.aceprensa.com
/ jueves 24 de enero de 2013
No era sencillo, a mediados
del siglo XX, ser una periodista y activista comprometida con los pobres y
rechazar el comunismo. Tampoco resulta fácil defender la propiedad privada y
criticar severamente planteamientos económicos conservadores. No es menos
chocante, en plena segunda guerra mundial, ser norteamericana y oponerse al
mismo tiempo a Hitler y a participar en la guerra. Es llamativo que una mujer
que tuvo un aborto voluntario firmara posteriormente una declaración a favor de
la vida y en contra de la resolución pro aborto de la Corte Suprema de Estados
Unidos del 22 de enero de 1973. Pero quizás lo más asombroso es que una mujer
que levantó ampollas a derechas e izquierdas, haya recibido el pasado noviembre
el apoyo unánimemente de los obispos católicos norteamericanos para abrir su
causa de canonización.
Dorothy Day (1897-1980) nació en Brooklyn
(Nueva
York), pero pronto su familia se trasladó a San Francisco y
posteriormente a Chicago. Dorothy estuvo en la universidad de Illinois, pero,
sin concluir sus estudios, fue a Nueva York para trabajar como periodista. Se
involucró en las causas del sufragio de la mujer y de la paz, y formó parte de
un círculo de las principales figuras literarias y artísticas de su época.
Trabajó para la Liga Anti-imperialista de Estados Unidos, en la que también
participó el escritor Mark Twain.
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Ideas sociales
Antes de su conversión al catolicismo, tuvo
diversas relaciones amorosas, un matrimonio fracasado, un intento de suicidio y
un aborto voluntario, del que posteriormente se lamentaría. En 1926, tras el
nacimiento de su hija Tamara, Dorothy abrazó el catolicismo, que elevó sus
inquietudes sociales a una nueva dimensión. En 1932, en plena Gran Depresión,
junto con Peter Maurin comenzó a editar el periódico Catholic Worker, y más
adelante puso en marcha comedores y casas de acogida para marginados. En la
puesta en práctica de estas actividades llegó a ser tiroteada.
Sus ideas sociales pudieron parecer de sesgo
anarquista, pero se insertan en lo que ella denominó “personalismo”. Una
doctrina similar al distributismo formulado por Gilbert K. Chesterton y Hilaire
Belloc. Según Tom Cornell, diácono que trabajó en una de las casas asociadas al
Catholic Worker, Day entendió por personalismo una filosofía que reconoce que
las personas están conectadas entre sí, no en una guerra de todos contra todos,
como en el capitalismo salvaje. Tampoco están disueltas en un todo estatal,
como en el modelo colectivista. Más bien, todos son individuos formados en, por
y para la comunidad. Las personas nunca son medios para un fin, sino que son
fines en sí mismos, y no deben ser ultrajadas en cuerpo, mente o espíritu.
Críticas conservadoras
Day escribió su autobiografía The Long
Loneliness (La Larga Soledad), en 1952. En ella decía que “el estado
no es
nuestro salvador” y era partidaria del principio de subsidiariedad, que
aplicado a EE.UU. Formulaba así: el gobierno federal no debe hacer lo que puede
ser realizado por los estados, ni el estado lo que puede hacer el condado, ni
el condado lo que es propio de la ciudad, y así hasta llegar a la familia.
Incluso recomendó a las familias que practicaran frecuentemente la hospitalidad
con los marginados, de acuerdo con las enseñanzas bíblicas.
Day fue objeto de críticas conservadoras que
la tachaban de filocomunista. Frente a estas opiniones, Chad C. Pecknold,
profesor de teología histórica y sistemática en la Universidad Católica de
América, afirma que “Dorothy Day constantemente vivió su vida de acuerdo con
una ‘obediencia más alta’ que no fue objeto de instrumentalización política”.
“Fue una hija leal y obediente de la Iglesia”, afirma Cornell. Robert Ellsberg,
el editor de Orbis Books, dice que “ella no solo se relacionaba con los
católicos. Estaba en contacto con los protestantes, judíos y no creyentes,
tratando de buscar puntos comunes”.
Aun siendo una activista social, en su vida
interior tenía como santa favorita a Teresa de Lisieux, que practicó una
espiritualidad hecha de pequeñas cosas.
Murió en Maryhouse (Nueva York), en una de las
casas que fundó.
En 1996 se realizó una película sobre su vida
titulada Entertaining Angels: The Story of Dorothy Day, dirigida por Michael Ray
Rhodes, con Moira Kelly y Martin Sheen en los papeles principales. Su figura ha
sido tratada también en el documental Dorothy Day: Don't Call Me a Saint, de la
directora Claudia Larson, estrenado en 2005.
Feminista provida
En marzo de 2000, Juan Pablo II autorizó a la
diócesis de Nueva York a empezar el proceso para promover su causa de
beatificación. The New York Times destaca el interés por esta causa del
cardenal Timothy M. Dolan de Nueva York, actual presidente de la Conferencia
Episcopal de Estados Unidos. Day, tras su conversión, fue “una defensora de
todo lo que se refiere a la dignidad de la persona humana y a la sacralidad de
la vida”, afirma Dolan.
Leslie Fain ha recordado recientemente en The
Catholic World Report que el 28 de junio de 1974, Day fue una de los siete
firmantes de una Declaración de defensa de la vida del niño no nacido contra la
sentencia Roe contra Wade, que legalizó el aborto. Tal Declaración afirmaba.
“La decisión del Tribunal Supremo del 22 de enero de 1973 sobre el aborto priva
a todos los no nacidos de cualquier protección contra los atentados a su
derecho a la vida; y por ello crea una situación moralmente intolerable contra
la que nos sentimos obligados a protestar... Desde el punto de vista de la
ciencia biológica el feto es una vida humana individual. (...) Nadie tiene el
derecho de decidir sobre la vida o la muerte de otro, pues asumir ese poder
siempre ha sido reconocido como la forma más extrema de la opresión”.
Todos los contrastes de la vida de Dorothy Day
pueden explicarse desde una óptica, la del Evangelio. La feminista y periodista
de los pobres es la misma mujer piadosa y fiel a la Iglesia, que está en camino
de los altares. El camino de Dorothy fue un camino en el que caben los de un
lado y los de otro… Un buen camino para la concordia y la tolerancia
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