El Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo ha fallado
hoy a favor de una azafata de British Airways a quien la compañía prohibió
lucir un crucifijo cristiano en el cuello en su puesto de trabajo en el
aeropuerto londinense de Heathrow
La sentencia destaca que otros empleados
de British Airways 'recibieron autorización para llevar vestimentas religiosas'
como turbantes o velos 'sin ningún efecto negativo sobre la imagen de marca y
la reputación de esa compañía'.
El fallo, que supone el reconocimiento de la justicia
europea del derecho a portar símbolos religiosos en el trabajo, ha sido
recibido con satisfacción por el propio primer ministro británico, David
Cameron. 'Los principios no deberían sufrir discriminación motivada por
creencias religiosas', ha escrito el jefe del Ejecutivo británico en su perfil
de Twitter.
La demandante, Nadia Eweida, de 61 años, inició en 2006 su
batalla legal contra la aerolínea, que llegó a ofrecerle un nuevo cargo en el
que no tenía que ir uniformada y podía llevar la cruz, y que en 2009 modificó
su reglamento para permitir que sus empleados lucieran ese tipo de símbolos.
Pero la mujer rechazó el ofrecimiento, así como la oferta de
11.500 euros por parte de la compañía para resolver el pleito al margen de los
tribunales.
Además, el tribunal de Estrasburgo ha ordenado que el Reino
Unido indemnice a Eweida con 2.000 euros por daños morales y 30.000 euros por
los costes del proceso, al entender que este país violó el artículo 9 del
Convenio Europeo de Derechos Humanos, referente a la libertad de religión.
En cambio, en la misma sentencia, el jurado falla en contra
de una enfermera, Shirley Chaplin, de 58 años, que denunció al Royal Hospital
de Devon y Exeter por no permitirle llevar el crucifijo en sus horas de trabajo
y, ante su negativa, terminó por despedirla en 2010, tras 21 años en plantilla.
En este caso, el hospital argumentó que la joya representaba un riesgo para la
seguridad y la salud de los pacientes porque la joya podía entrar en contacto
con alguna herida abierta.
Los magistrados han concluido que en este asunto no se
produjo una violación de la libertad religiosa de la demandante y que la
obligación impuesta a la entonces enfermera por parte del centro médico 'no era
desproporcionada' ni suponía una discriminación.
Además, el tribunal también ha fallado en contra de Gary
McFarlane, un consejero matrimonial de Bristol que fue despedido en 2008 por
negarse a aceptar en su terapia sexual a parejas homosexuales, al alegar que
eso contravendría sus 'fuertes principios cristianos', y de Lillian Ladele, que
vio como el Ayuntamiento de Islington suspendía su empleo al negarse a
registrar parejas del mismo sexo por 'motivos de conciencia religiosa'.
Los magistrados, como ya había ocurrido en sentencias
anteriores, señalan que 'la situación de parejas homosexuales es comparable a
la de las parejas heterosexuales en lo que se refiere a la necesidad de un
reconocimiento jurídico y a la protección de sus relaciones'.
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