miércoles, 24 de febrero de 2010

Joaquín Manuel Montero Navarro


A/A Secretario General del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero

A/A Secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín Iraola

Tras la aprobación esta misma tarde de la futura ley del aborto, ley Aído, en el Pleno del Senado con una ajustada mayoría de voluntades compradas a golpe de concesiones, este partido, el Partido Socialista Obrero Español, da un paso adelante en la conquista de la sinrazón en la que tanto camino tiene recorrido. Esta ley ha sido posible gracias a los males anteriores que ya habían sido asumidos:

Por un lado, la falta de libertad dentro del partido es un signo característico e inconfundible para percibir hasta dónde se han traicionado los valores democráticos que siempre caracterizaron a la Izquierda. No sólo acudimos a las anteriores Elecciones Generales de 2008 sin llevar en el programa electoral mención alguna a la ley que hoy se aprueba, sino que meses más tarde, en la ponencia marco del XXXVI Congreso Federal tampoco se hacía mención expresa a promover una nueva ley del aborto donde se considerase este como un derecho.

Hemos engañado al electorado al que representamos y hemos obviado el diálogo interno dentro del partido sobre un tema que, no sólo es contrario al humanismo universal que históricamente caracterizó al socialismo, sino que además divide a la sociedad dramáticamente. Este es un hecho antidemocrático sumamente grave.

Pero además, hemos contemplado estupefactos como se ha consensuado con los sectores nacionalistas más reaccionarios que el aborto sea un derecho sin límites, manteniendo el supuesto coladero hasta la 22ª semana. Aprendí de viejos y verdaderos militantes socialistas, que dieron hasta el último aliento de sus vidas por los ideales en los que creían, que “No hay en nuestros días una afirmación más reaccionaria que la del derecho de una persona sobre la vida del hijo no nacido. Es el derecho de propiedad más absoluto concebible, más allá del derecho del amo sobre el esclavo”. La propiedad sobre las personas ya fue abolida en la historia de la humanidad.

Es evidente que el socialismo, dentro de este partido, no puede ya superar los 40 años de vacaciones disfrutados durante la dictadura franquista, no ha sido capaz de conectar con el espíritu socialista de la clase obrera pobre que lo creó, por lo que pido que desde este mismo día conste mi baja como militante del PSOE. Así mismo pongo a disposición del partido los cargos electos que ocupo en el Ayuntamiento de Paradas (Sevilla). Jamás permitiré que mi nombre aparezca junto al de una organización que legitima la muerte de inocentes mediante la aprobación de leyes injustas.

En Paradas, a 24 de febrero de 2010

Fdo.: Joaquín Manuel Montero Navarro






Es evidente que hay muchos socialistas que están en contra del aborto, como en la Alemania nazi había muchos alemanes en contra del exterminio de los judíos, pero no todos valoran su conciencia por encima de su cargo o modus vivendi. ¡Y pensar que están todo el día hablando de ética y de valores!

Levantarse y ser visto

Decir la verdad tal como uno la ve requiere mucho valor cuando uno pertenece a una institución.

Cuando Kruschev pronunció su famosa denuncia de la era estalinista, cuentan que uno de los presentes en el Comité Central dijo: — «¿Dónde estabas tú, camarada Kruschev, cuando fueron asesinadas todas esas personas inocentes?».

Kruschev se detuvo, miró en torno por toda la sala y dijo: — «Agradecería que quien lo ha dicho tuviera la bondad de ponerse en pie».

La tensión se podía mascar en la sala. Pero nadie se levantó.

Entonces dijo Kruschev: — «Muy bien, ya tienes la respuesta, seas quien seas. Yo me encontraba exactamente en el mismo lugar en que tú estás ahora».

Jesús se habría levantado.






sábado, 6 de febrero de 2010

CARTA ABIERTA A JOSE BONO


De monseñor José Gea Escolano, obispo emérito de Mondoñedo-Ferrol

Estimado señor Bono:

Hace ya algún tiempo tuve el gusto de responderle a unas alusiones sobre mí que hizo en una televisión. Por las declaraciones que acaba de hacer, veo que sigue en la misma línea de entonces. Por lo que vuelvo a insistir en mi línea con una carta medio abierta, medio artículo.

Dice Ud. que «la opinión de quienes prefieren verme fuera de la Iglesia, excomulgado, condenado por herejía o ateo militante, la verdad es que no me interesa». No creo que a nadie nos interese verle excluido de la Iglesia; al contrario, pero es Ud. mismo quien se excluye.

Da la sensación de que se vincula a una iglesia que no existe. Dice que «gracias a Dios, la Iglesia es muy amplia, muy universal y muy grande». Y lo es, señor Bono, pero recuerde también que es una. No olvide que en el credo de la misa decimos: «Creo en la Santa Iglesia que es una...». Y tampoco olvide que es el credo que se proclama en la Iglesia de Roma desde los primeros siglos y que seguimos proclamando sin interrupción hasta nuestros días, sin añadir ni quitar una coma. Y en algunos actos importantes decimos: «Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar...». Supongo que también usted se gloriará de profesarla si se siente católico. No olvide que la Iglesia, además de universal, es muy grande, tiene una fe única, no una fe a la carta, que es por donde me parece que va yendo usted.

También dice: «Yo aspiro a que me dejen vivir en una Iglesia en la que el mandamiento principal sea el del amor, el del perdón, el de la fraternidad, y no el del miedo». Anda, pues yo también. Pero ¿a qué miedo se refiere? ¿Miedo a que la Iglesia proclame su fe con toda claridad? Es eso lo que incomoda a mucha gente. No incomodan determinados cardenales u obispos ni el propio Papa cuando proclaman con toda claridad la fe y la moral de la Iglesia. Lo que pasa es que hay quienes, por ejemplo Ud. mismo, quieren compaginar la fe y la moral de la Iglesia con el aborto, la eutanasia, las relaciones prematrimoniales, el matrimonio homosexual...
¿Qué quieren? ¿Que la Iglesia cambie de opinión en cuestiones de fe y de moral? Por poca formación cristiana que Ud. tenga, comprenderá que la Iglesia no puede hacerlo. Y si le niega la comunión sacramental, no es que la Iglesia lo aparte, sino que es Ud. quien se ha apartado. Porque lo admita o no, Sr. Bono, Ud. se ha situado fuera de la comunión eclesial. No comulga con la doctrina de la Iglesia y ¿qué quiere? ¿recibir el sacramento de la Eucaristía, símbolo de la unión?

Sea serio. Porque ¿sabe bien lo que ha hecho, Sr. Bono? Contribuir con su voto a que se asesine a miles de seres humanos. La Iglesia califica el aborto como «crimen abominable». ¿Y quiere comulgar sin arrepentirse públicamente? Sea serio, Sr. Bono, sea serio. Y no olvide que en el pecado va la penitencia; ya lo verá.

Dice Ud. por último: «Me emociona más el ejemplo de cristianos solidarios que entregan su vida por los demás que el discurso mitinero y radical de quien sólo busca votos». Y a mí también. En cuanto a votos, a mí no me interesan. A Ud. es posible que sí. No juegue con la fe.
Y acabo con unas palabras de San Pablo: «Me maravillo de que, abandonando al que os llamó por la gracia de Cristo, os paséis tan pronto a otro evangelio - no que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren deformar el Evangelio de Cristo -. Pero aun cuando nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema! Como lo tenemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os anuncia un evangelio distinto del que habéis recibido, ¡sea anatema!» (Gál. 1,6-9).

Es el mismo apóstol que escribe las cálidas palabras del himno a la caridad en Corintios 13, que sé que le gustan mucho. Mire, Sr. Bono, una de dos, o Ud. admite que abortar voluntariamente es siempre inmoral, o si no lo admite, se sitúa frontalmente en contra de la enseñanza de la Iglesia. Esto no es cuestión de miedos ni de opresión de la jerarquía ni de afán de dominio sobre nadie. Es proclamar con claridad el mandamiento de «no matarás». Porque el aborto es un asesinato ¿no?

Con todo afecto,
José Gea