Acogiendo
con amor. Son
tantos y tan diversos los encuentros que, cada jornada tiene quien atiende el
mostrador de una farmacia que nos resultará muy interesante analizar las
circunstancias, internas y externas, que acompañan a la actitud vivida en cada
uno de esos momentos. Y no digamos respecto a las consecuencias resultantes de
los mismos.
Manuel Álvarez Romero
Director del Centro
Médico Psicosomático de Sevilla
Presidente de la SAMP
www.psicosomatica.net
Nos fijaremos, en este artículo, en
la sonrisa que regalamos y en la que somos capaces de provocar mientras se
realiza la atención de los clientes en una oficina de farmacia.
La
sonrisa
Desde el punto de vista fisiológico,
una sonrisa es la expresión
facial consecuente de activar los 17 músculos
existentes cerca de los extremos de la boca y alrededor de los
ojos. En los humanos,
es una expresión común que refleja placer o entretenimiento, pero que también puede ser una
expresión involuntaria de ansiedad o de algunas otras emociones como la ira o la ironía.
Varios estudios han demostrado que
la sonrisa es una reacción normal ante ciertos estímulos y ocurre
independientemente de cuál sea la cultura. No es una reacción que uno aprenda,
sino que se nace con ella: los niños que nacen ciegos sonríen desde un
principio. En losanimales,
la exposición de los dientes, que podría parecer una sonrisa, significa casi
siempre una amenaza o una señal de
presentación. También un mimetismo conductual por su relación con los
humanos.
El
sonreír no solo cambia la expresión de la cara, sino que también hace que el cerebro
produzcaendorfinas,
al igual que sucede con el ejercicio físico, sustancias capaces de reducir el
dolor físico o emocional y de provocar una sensación de bienestar.
Sonrisa y madurez
La madurez tiene mucho que ver con
la sonrisa, con la risa y con el sentido del humor que es la capacidad que
poseemos los seres humanos para relativizar lo que debe ser relativizado. La
persona madura, distingue lo risible de lo irrisible y sabe, sobre todo, no
tomarse a sí misma demasiado en serio, sabe reírse de sí misma. Reírse significa dejar de girar alrededor
de si mismo para girar en otra órbita, la de la realidad. No recuerdo quién
fue pero sé que alguien definió al ser humano como el único animal capaz de
reír, como el animal que ríe.
Efectos de la sonrisa
madura
La madurez que la sonrisa expresa y
alimenta comprende el aprender a disfrutar con lo pequeño, lo cotidiano y lo
normal, descubriendo su cara amable. Y también el no sacar de quicio los
problemas.
Sabiendo ver lo que sucede en su
verdadera dimensión, dándole importancia a lo que realmente la merece. Ser
maduro significa tener flexibilidad, en lenguaje coloquial tener cintura
sabiendo adaptarse a las diversas circunstancias y personas. Ser maduro
significa tener ilusiones y proyectos, darse tiempo, tener paciencia con uno
mismo y con los demás.
La
madurez implica aceptar las circunstancias que tengo tal y como son y no vivir
permanentemente pensando en cómo deberían ser. Instalarme en la realidad tal
cual es sin escapar de ella, afrontando la vida tal como se me presenta. Así podemos
llegar a estructurar la sonrisa como expresión de la propia madurez y ésta, a
su vez actuará como gestora de la sonrisa, pero de la sonrisa “verdadera”, de
esa que implica la alegría y la paz del que ríe, también, con sus ojos.
Sonrisa y comunicación
La sonrisa y la risa tienen efectos
positivos no sólo en la propia personalidad sino en nuestras relaciones con los
demás pues la risa engrasa la convivencia. Poseer la capacidad de hacer reír al
otro es una de las mejores cualidades que puede poseer una persona. Cada día se
valora más a la gente capaz de hacer reír, de hacer un guiño en situaciones que
se presentan con tintes dramáticos y así nos hacen salir de una atmósfera
enrarecida proporcionándonos una brizna de aire fresco. Hacer reír es como abrir una ventana que permite respirar al alma y
descargarla de tensiones. La risa es buena terapia para preservar nuestra salud
mental y nuestro equilibrio personal.
Sonrisas verdaderas y
falsas
Curiosamente, existe un indicador
fisiológico muy simple de la armonía cerebral del
hombre, con fundamentos biológicos bien estudiados desde hace ya más de
un siglo: la sonrisa. Y podemos
distinguir la falsa sonrisa de la verdadera sin capacidad de disimulo. Una
sonrisa “falsa” –la que uno se impone por razones de orden social o
conveniencia- sólo moviliza los músculos zigomáticos del rostro, los que al
desplazar los extremos de la comisura labial dejan los dientes al descubierto.
Por el contrario, una sonrisa
“verdadera” moviliza además los músculos que rodean los ojos. Y como éstos no
pueden contraerse voluntariamente, es decir, mediante las órdenes del cerebro
cognitivo, dicha orden debe provenir de las regiones cerebrales límbicas,
primitivas, emocionales y profundas. Por
esta razón, los ojos no mienten nunca:
sus pliegues señalan la autenticidad de una sonrisa.
La sonrisa del cerebro
Una sonrisa cálida y verdadera, nos da a
entender intuitivamente que nuestro interlocutor se encuentra, en ese preciso
instante, en un estado de armonía entre lo que piensa y lo que encuentra, entre
lo que percibe y lo que siente. El
cerebro humano tiene una capacidad innata para alcanzar el estado de bienestar
emocional y su símbolo más universal es la sonrisa.
Cuesta
poco y vale mucho. Si nos hacemos estas sencillas preguntas nos será más fácil
regalar sonrisas.
¿Cuánto cuesta una sonrisa?
– Nada.
¿Cuánto beneficio nos puede dar?
– Mucho.
¿Qué tiempo dura?
– Un instante.
¿Y cuánto perdura en la memoria?
– A veces toda la vida.
¿Quién es tan rico que no la necesite?
– Nadie.
¿Quién es tan pobre que no pueda regalarla?
– Nadie.
¿Se empobrece el que la da?
– Al contrario, se enriquece.
¿Se puede comprar, vender o robar?
– Sólo se puede ofrecer gratuitamente.
¿Y quién es el que está más necesitado de una sonrisa?
– Aquél que no tiene ninguna para dar.
– Nada.
¿Cuánto beneficio nos puede dar?
– Mucho.
¿Qué tiempo dura?
– Un instante.
¿Y cuánto perdura en la memoria?
– A veces toda la vida.
¿Quién es tan rico que no la necesite?
– Nadie.
¿Quién es tan pobre que no pueda regalarla?
– Nadie.
¿Se empobrece el que la da?
– Al contrario, se enriquece.
¿Se puede comprar, vender o robar?
– Sólo se puede ofrecer gratuitamente.
¿Y quién es el que está más necesitado de una sonrisa?
– Aquél que no tiene ninguna para dar.
Una conclusión
inteligente: Sonríe siempre, para no dar a los que no te quieren el placer de
verte triste, y para dar a los que te aman la certeza de que eres feliz.
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