19/05/2012
Con ocasión del primer aniversario del
“movimiento de los indignados” del 15-M y la vuelta de miles de personas a la
Puerta del Sol de Madrid, el semanario Alfa y Omega ha pedido a Monseñor José
Ignacio Munilla, responsable de Juventud de la CEE, y al profesor Alejandro
Llano, catedrático de Metafísica, un análisis de los pros y contras de este
fenómeno social, un año después.
Por
el indudable interés de los juicios de ambas personalidades, reproducimos
seguidamente el contenido íntegro de sus respuestas a la petición de la
mencionada revista.
Monseñor José Ignacio Munilla: “la
dictadura de lo políticamente correcto ha terminado por engullir el 15-M”
¿Por
dónde empiezo? ¿Por lo positivo o por lo negativo? Creo que las luces y las
sombras están entremezcladas en el Movimiento 15-M. ¿Estamos ante un claroscuro
del alba, o ante el claroscuro del ocaso? Mirando a cierta distancia, pienso
que el 15-M ha sido una gran oportunidad desperdiciada. Me refiero a que podría
haber sido una gran iniciativa para impulsar el principio de subsidiariedad,
tan necesario: ¡Más sociedad y menos Estado! Desgraciadamente, uno tiene la
impresión de que la dictadura de lo políticamente correcto ha terminado por
engullir al 15-M.
Entre
los aspectos positivos, está el servicio prestado como aldabonazo para
despertar a una sociedad aletargada. Nuestra cultura dominante había derivado
hacia el individualismo, hacia una visión hedonista y placentera de la vida, al
tiempo que a una notoria desinhibición social. Recuerdo una frase del fallecido
cardenal de París, monseñor Lustiger, quien caracterizaba así la cultura
postmoderna: Los jóvenes acampan fuera de la polis. Se refería a la tendencia
de la juventud a aislarse en burbujas virtuales. Es un hecho el que millones de
jóvenes viven inmersos en las redes sociales y en sus emisoras musicales, y que
caminan por la calle con los cascos puestos, sin asomarse a los noticieros…
Ciertamente,
el 15-M rompe con la imagen de una juventud aislada y desinhibida. Es una llamada
a tomarnos en serio el compromiso social y a fomentar el sentido crítico en
nuestra vida. Frente a la tendencia a convertir las redes sociales en una
especie de escaparate de vanidades, una especie de Gran hermano en red, el 15-M
nos ha recordado que las nuevas comunicaciones tienen sentido solamente en la
medida en que se ponen al servicio de contenidos y metas objetivas…
Sin
embargo, pienso que las sombras principales del movimiento 15-M están en la
incapacidad de superar el rodillo del pensamiento único. Por poner un ejemplo,
basta recordar algunos slogans utilizados: Menos crucifijos y más trabajo fijo;
Esta plaza no es del Papa; Esta mochila la he pagado yo, etc. Fue muy
decepcionante comprobar cómo las consignas laicistas de los medios anticlericales
era seguidas a pie juntillas por las asambleas del 15-M. La crítica se
convertía en una consigna y es notorio que faltó capacidad crítica ante las
consignas críticas.
Uno
de los problemas del 15-M es que ha nacido más como movimiento de protesta que
de construcción. Por ejemplo, tiene muy poco valor hacer ahora una denuncia
global de los recortes sociales, obviando que estamos al borde de la quiebra
económica por los despilfarros anteriores. Ahora bien, hubiese sido distinto un
movimiento capaz de integrar la indignación con el compromiso personal y
social. Por ejemplo: Reivindicamos el respeto de los derechos sanitarios de los
inmigrantes, independientemente de su situación legal; pero a cambio estamos
dispuestos a un aumento del copago en Sanidad. El problema está en que es más
fácil gritar, que aportar soluciones. Aunque algún tipo de grito es necesario
para despertarnos de nuestro letargo…
Alejandro Llano: “el dinamismo del 15-M
contrasta con la pasividad pública de parte de los sectores españoles
conservadores”
Lo positivo del 15-M…
* El
15-M ha mostrado que no es un capricho esporádico, sino que responde a
convicciones hondamente sentidas por un considerable número de jóvenes.
*
Muestra que existe una responsabilidad cívica, cuya manifestación no es
habitual, porque las estructuras políticas, económicas y culturales están muy
cerradas sobre sí mismas y no alientan la participación.
* Es un
movimiento pacífico, diferenciado de las manifestaciones violentas que se han
multiplicado en España en los últimos años. Las dos manifestaciones celebradas
en Madrid, durante 2011, fueron, en este sentido, ejemplares.
* El
dinamismo del 15-M contrasta con la pasividad pública de parte de los sectores
españoles conservadores, que con frecuencia no superan la actitud de queja y
tienden a recelar de quienes disienten públicamente. El catolicismo no es
conservador, pero no faltan quienes no distinguen el inmovilismo de la
fidelidad.
* El
15-M ha sido pluralista. No se ha limitado la participación a personas de
pensamiento único. En contra de reiteradas sospechas, no estaba al servicio de
una oculta conjuración, ni se trataba de una maniobra electoral, como demostró
la consulta autonómica que se celebró en un momento álgido de los indignados.
… y lo negativo del 15-M:
* Su
discurso es inconcreto y poco realista. Especialmente ingenuas son las
reivindicaciones económicas, en las que se enfrentan, de manera simplista, las
carencias de los parados y desposeídos con las intervenciones necesarias en
puntos críticos del sistema financiero. No se han escuchado críticas serias al
neocapitalismo liberal, ni al socialismo totalitario.
* La
desorganización que, en aras del pluralismo y la espontaneidad, caracterizó al
15-M, permitió la infiltración de individuos muy politizados, generalmente de
extrema izquierda.
*
Esta manipulación dio lugar a los incidentes más negativos: la acusación de
dispendio por la visita de Benedicto XVI a Madrid, y las agresiones que
sufrieron participantes en la JMJ.
* Los
indignados han sido escasamente sensibles para detectar las raíces
espirituales, culturales y cívicas que están en la base de la crisis económica
y la insolidaridad social. Lo cual es revelador del problema de fondo: la
escasa formación intelectual de la juventud española actual y de buena parte de
sectores adultos. Nadie ha puesto el dedo en esta llaga, que es la causa más
profunda de la difícil situación de nuestro país.
* Más
notoria es la ausencia de menciones al cristianismo. Sin una apertura a la
trascendencia, con una visión humanista y solidaria de la persona y la
sociedad, nuestros problemas continuarán irresolubles. Pero esta necesidad han
de sentirla, no sólo quienes acuden a la Puerta del Sol y a otras plazas, sino
también quienes observamos el fenómeno.
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