CARMEN GARCÍA HERRERÍA www.aceprensa.com
29.FEB.2012
Frente al individualismo del que se acusa a
la sociedad actual, cada vez aparecen más formatos que permiten compartir e
intercambiar bienes y servicios, de manera gratuita o low cost. Aunque se
podría atribuir este fenómeno a la crisis económica, en realidad viene de
antes, pero ha ido incrementándose en los últimos años. Gracias a las nuevas
tecnologías, a los géneros más tradicionales, como ser au pair en el extranjero
o tener una casa en multipropiedad, se añaden otros nuevos cada vez más
originales.
La
oficina compartida es una buena manera de ahorrar costes e intercambiar
experiencias
Se
acabó la moda de usar y tirar. Ahora lo innovador es rentabilizar al 100% cada
objeto, cada espacio o cada talento. Una muestra de ello es que Internet está
lleno de webs que se dedican al trueque: intercambio de productos y servicios
entre los usuarios, pero sin que haya dinero de por medio. Así, uno puede
cambiar su coche por otro, clases de piano a cambio de clases de inglés y un
sinfín de opciones. Solo hay que navegar un poco para saber qué quiero obtener
y qué puedo ofrecer a cambio.
“Co-working”
En
esta línea, anunciaba The Economist
(31-12-2011) el aumento del co-working o trabajo compartido. Esta modalidad
surgió hace unos años en EE.UU. y, aunque es minoritaria, ya está extendida por
todo el mundo. El concepto de co-working es muy amplio pero se puede resumir
en: una oficina sin política de oficina. Se trata de un espacio de trabajo que
se alquila por unas horas y en el que, además de trabajar, las personas pueden
hacer contactos y hablar con otros que, aunque no se dediquen a lo mismo,
pueden aportarles algo.
Muchas
de las compañías que se dedican a ofrecer este tipo servicios funcionan a nivel
mundial, como por ejemplo, Loosecubes, The Hub o Regus. Sin embargo, el 65% de
los lugares compartidos son espacios que sobran en empresas pequeñas, no
puestos en un centro para co-workers. Empresas creativas y medios de
comunicación son las que más usan este sistema, tanto para ofrecer espacios
como para alojar a sus empleados, ya que es una buena manera de ahorrar costes
e intercambiar experiencias.
La
red social CouchSurfing une a personas que quieren visitar una ciudad y a otras
que ofrecen su casa para dormir, de manera gratuita.
Este
formato parece perfecto para todos aquellos que no tienen una jornada laboral
completa y también para situaciones puntuales (reuniones, juntas…) o que
requieran lugares más específicos como una cocina, un laboratorio, etc. Las
facilidades que permite el trabajo en nube hacen posible que freelancers,
emprendedores y en general todos los que tienen horario flexible, no estén
abocados a trabajar desde casa o desde una cafetería, sino en un espacio que
facilite la productividad y a la vez ahorre los costes que supone una propiedad
o alquiler fijos.
Los
principales problemas de este sistema son la dificultad para mantener la
cultura corporativa y la confidencialidad. Por eso, aunque crece cada vez más y
tiene muchas ventajas, es poco probable que el co-working llegue en algún
momento a sustituir a las oficinas tradicionales.
Transporte compartido
Viajar
ya no es lo que era, por lo menos económicamente hablando. El compartir, tanto
transporte como alojamiento, es la opción low cost que empieza a triunfar en
Internet, sobre todo entre los más jóvenes.
Blablacar
(antes Comuto) es una página web, en la que los usuarios pueden ponerse en
contacto con otros para viajar juntos en coche, ya sea en recorridos largos,
viajes esporádicos o ir al trabajo diariamente. Es la web líder en Europa en
este servicio, con 1,7 millones de usuarios registrados. Al darse de alta, las
personas rellenan los datos de su perfil y, a partir de ahí, establecen sus
preferencias. Uno puede ofrecer su coche o viajar en uno ajeno, seleccionar si
quiere viajar con fumadores, dar la posibilidad de llevar animales, de escuchar
música durante el trayecto e, incluso, viajar sólo con personas del mismo sexo.
Los
viajeros pagan un precio acordado previamente, que nunca es superior al importe
del trayecto (gasolina y peajes) y que suele ser inferior a lo que costaría en
transporte público. No hay negocio por parte de ninguno de los viajeros, porque
esto supondría tener que contratar un seguro profesional específico. Existen
otras webs similares, algunas incluso con apoyo de instituciones públicas, como
Compartir, con el fin de reducir costes económicos y ambientales.
Las
razones que llevan a compartir coche con extraños no siempre son puramente
económicas. Por ejemplo, en Madrid, la página web BusVao pone en contacto a
usuarios con recorridos similares para que, al circular el vehículo con más de
un ocupante, pueda acceder a los carriles del mismo nombre que hay en la
comunidad. La diferencia de tiempo entre coger, en hora punta, la calzada
normal de la autopista o el carril Bus Vao es por lo menos 30 minutos.
Alojamiento privado
En
alojamiento para viajes, la estrella es la red social CouchSurfing, con más de
9 millones de miembros en todo el mundo. Une a personas que quieren visitar una
ciudad y a otras que ofrecen su casa para dormir, de manera gratuita. Uno puede
hospedar, ser huésped o simplemente ofrecerse para enseñar gratis su ciudad.
Cada vez son más los usuarios de CouchSurfing que lo utilizan convencidos de
que es una manera de aprender y escuchar a gente de otros países, de otras
culturas, o como lo resume el vídeo promocional: “Tú les das un sofá y ellos te
dan mucho más”.
Otro
formato, un poco más serio para alojarse gratis durante unas vacaciones es
intercambiar la propia vivienda, el yate (si se da el caso de que alguien con
yate necesite intercambio) o la caravana con los de otra familia (v.gr.
IntercambioCasas, Home for Home). Este modelo da opción de hacer el intercambio
a la vez o de visitarse mutuamente en fechas distintas.
El
éxito de estos nuevos modelos de viaje se basa en la confianza. Los que
hospedan deciden a quién reciben en su casa o vehículo. En su perfil, cada
usuario se define, ya sea a través de datos objetivos (por ejemplo su
dirección, teléfono, modelo de vehículo que conducen o años que lleva con
carnet de conducir) y otros más relativos (gustos, aficiones, horarios,
normas…). El visitante puede consultar esa información y enviar una petición en
caso de que esté interesado. El que hospeda decide si le recibe o no. En la
mayoría de los casos, para que no sea una confianza ciega, después de cada
viaje, ambos valoran la experiencia de manera pública (para todos los miembros
de la comunidad), y así, cuando alguien recibe una petición para llevar a otro
o alojarlo en su casa, antes de decidir, puede consultar las referencias de
otros usuarios con respecto a esa persona. Esas valoraciones no pueden ser
modificadas por el usuario al que hacen referencia.
Como
se ve, las opciones de compartir o intercambiar son muy variadas y adaptables a
todo tipo de públicos. Lo importante es no buscar en ellas un beneficio
económico directo, sino una forma de ahorro. Dentro de un tiempo podremos
comprobar si los intercambios low cost son una moda pasajera o un nuevo estilo
de “relación comercial”.