La Asociación Nacional para la defensa del Derecho de Objeción de Conciencia (andoc www.andoc.es) censura a la ministra de sanidad su falta de rigor científico, además de tratar de dirigir las conciencias. de científicos como médicos y farmacéuticos.
El anuncio de la ministra de Sanidad sobre la decisión de imponer la dispensación sin receta y sin límite de edad, de la píldora denominada "del día después", sólo cabe entenderlo en clave ideológica y dentro de una estrategia política del momento, pues no se sostiene jurídicamente ni desde una perspectiva de prevención sanitaria o científica.
1. La objeción de conciencia de médicos y farmacéuticos es un derecho fundamental, reconocido por nuestros tribunales y firmemente asentado en la deontología y en la práctica sanitaria. Ni gobiernos, ni ministros, ni autoridad alguna pueden imponer, prácticas que obliguen a los profesionales a abdicar de sus conocimientos y de su libertad, para someterse a la tiranía de la norma, y mucho menos, permitir que “se gestione” su conciencia.
2. La ministra confunde la realidad de los hechos cuando dice que la pdd “médicamente” “nunca es abortiva”. Conviene precisar que uno de los efectos de la píldora es impedir la implantación del embrión en el útero (efecto que aparece reconocido en las fichas técnicas de la píldora) y por tanto, si ha habido concepción, lo aborta. Otra cosa es que, al usar una terminología propia de las prácticas de FIV, confunda aborto con “interrupción del embarazo”, y entienda por embarazo el periodo de desarrollo después de la implantación, ya que en la FIV el embrión está en el laboratorio hasta ser transferido. Por eso, de forma impropia, dice que la píldora actúa impidiendo el embarazo no interrumpiéndolo.
3. Aunque la pdd no es un anticonceptivo -lo repiten hasta la saciedad especialistas y colectivos profesionales- se está usando como tal. Sería muy de agradecer que la ministra explicase porqué se necesita receta para cualquier medicamento que contenga compuestos hormonales, para un anticonceptivo, incluso para poder dispensar un simple mucolítico o una crema antibiótica, y no para un compuesto hormonal de esas características.
4. No es cierto que la píldora del día después contribuye a disminuir los embarazos adolescentes: hay estudios recientes, serios e imparciales, publicados en las revistas científicas más solventes (Bristish Medical Journal, Contracepción…) que lo desmienten; en todo caso, bastaría consultar los datos de la evolución del aborto entre adolescentes (menores de 19 años) en España desde 2001, año en que se aprueba la comercialización de la pdd hasta hoy: en 6 años se ha pasado de 9.000 a 15.500; de suponer un 8,29% sobre el total de abortos al 13,78% en 2007. Además, a pesar de las campañas sucesivas para fomento del uso de preservativo, las enfermedades de transmisión sexual (que la píldora no evita), se han disparado en los últimos años. Por ejemplo, los casos de sífilis han pasado de 700 en 1997 a un total de 1.734 en 2007, números similares presenta la gonococia (enfermedades ambas que llevaban décadas sin diagnosticarse en España); y el tristemente famoso virus del papiloma humano (VPH), que si a finales de los 80 afectaba a unos 55.000 hombres y a 10.000 mujeres, 15 años después la cifra se ha duplicado entre los varones y triplicado entre las mujeres.
5. La píldora no es un fármaco seguro para menores de 16 años: tal como dicen las fichas técnicas, no hay estudios representativos en los que se demuestre que la utilización de la pdd en menores de 16 años sea segura. En consecuencia, su dispensación gratuita y sin receta puede entrar en conflicto con el artículo 10.1.b) de la Ley de Garantías que establece que entre las requisitos exigibles para la autorización de fármacos se halla "ser seguro, no produciendo en condiciones normales de utilización efectos tóxicos o indeseables desproporcionados al beneficio que procura".
6. Estamos convencidos de que tanto los profesionales como las entidades colegiales, saldrán, una vez más, en defensa la libertad y conciencia profesionales, para impedir que llegue a dictarse una medida, por lo demás, carente de las más elementales criterios de medicina preventiva.
13 de mayo de 2009
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www.andoc.es
C/ Maestra, 10 CP 23009 JAÉN
info@andoc.es
Teléfono 24 H.
652491537
El anuncio de la ministra de Sanidad sobre la decisión de imponer la dispensación sin receta y sin límite de edad, de la píldora denominada "del día después", sólo cabe entenderlo en clave ideológica y dentro de una estrategia política del momento, pues no se sostiene jurídicamente ni desde una perspectiva de prevención sanitaria o científica.
1. La objeción de conciencia de médicos y farmacéuticos es un derecho fundamental, reconocido por nuestros tribunales y firmemente asentado en la deontología y en la práctica sanitaria. Ni gobiernos, ni ministros, ni autoridad alguna pueden imponer, prácticas que obliguen a los profesionales a abdicar de sus conocimientos y de su libertad, para someterse a la tiranía de la norma, y mucho menos, permitir que “se gestione” su conciencia.
2. La ministra confunde la realidad de los hechos cuando dice que la pdd “médicamente” “nunca es abortiva”. Conviene precisar que uno de los efectos de la píldora es impedir la implantación del embrión en el útero (efecto que aparece reconocido en las fichas técnicas de la píldora) y por tanto, si ha habido concepción, lo aborta. Otra cosa es que, al usar una terminología propia de las prácticas de FIV, confunda aborto con “interrupción del embarazo”, y entienda por embarazo el periodo de desarrollo después de la implantación, ya que en la FIV el embrión está en el laboratorio hasta ser transferido. Por eso, de forma impropia, dice que la píldora actúa impidiendo el embarazo no interrumpiéndolo.
3. Aunque la pdd no es un anticonceptivo -lo repiten hasta la saciedad especialistas y colectivos profesionales- se está usando como tal. Sería muy de agradecer que la ministra explicase porqué se necesita receta para cualquier medicamento que contenga compuestos hormonales, para un anticonceptivo, incluso para poder dispensar un simple mucolítico o una crema antibiótica, y no para un compuesto hormonal de esas características.
4. No es cierto que la píldora del día después contribuye a disminuir los embarazos adolescentes: hay estudios recientes, serios e imparciales, publicados en las revistas científicas más solventes (Bristish Medical Journal, Contracepción…) que lo desmienten; en todo caso, bastaría consultar los datos de la evolución del aborto entre adolescentes (menores de 19 años) en España desde 2001, año en que se aprueba la comercialización de la pdd hasta hoy: en 6 años se ha pasado de 9.000 a 15.500; de suponer un 8,29% sobre el total de abortos al 13,78% en 2007. Además, a pesar de las campañas sucesivas para fomento del uso de preservativo, las enfermedades de transmisión sexual (que la píldora no evita), se han disparado en los últimos años. Por ejemplo, los casos de sífilis han pasado de 700 en 1997 a un total de 1.734 en 2007, números similares presenta la gonococia (enfermedades ambas que llevaban décadas sin diagnosticarse en España); y el tristemente famoso virus del papiloma humano (VPH), que si a finales de los 80 afectaba a unos 55.000 hombres y a 10.000 mujeres, 15 años después la cifra se ha duplicado entre los varones y triplicado entre las mujeres.
5. La píldora no es un fármaco seguro para menores de 16 años: tal como dicen las fichas técnicas, no hay estudios representativos en los que se demuestre que la utilización de la pdd en menores de 16 años sea segura. En consecuencia, su dispensación gratuita y sin receta puede entrar en conflicto con el artículo 10.1.b) de la Ley de Garantías que establece que entre las requisitos exigibles para la autorización de fármacos se halla "ser seguro, no produciendo en condiciones normales de utilización efectos tóxicos o indeseables desproporcionados al beneficio que procura".
6. Estamos convencidos de que tanto los profesionales como las entidades colegiales, saldrán, una vez más, en defensa la libertad y conciencia profesionales, para impedir que llegue a dictarse una medida, por lo demás, carente de las más elementales criterios de medicina preventiva.
13 de mayo de 2009
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Juan Molina
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