miércoles, 10 de julio de 2013

La gente muere de hambre pero nos ocupamos de los bancos


El Papa denuncia la «precariedad en la que viven gran parte de los hombres y mujeres de nuestro tiempo
 
artículo de juan vicente boo, corresponsal en roma / www.abc.es  / lunes 20 de mayo de 2013

La crisis que sufren y a la vez generan los países ricos es mucho más que un problema de mercados financieros, según explicó con extraordinaria crudeza el Papa en su encuentro con los movimientos y las nuevas comunidades en la vigilia de Pentecostés, celebrada el sábado ante doscientas mil personas en la plaza de San Pedro. El domingo, la plaza volvió a desbordar con más de doscientos mil fieles, nuevo récord del pontificado.

Respondiendo sin papeles a cuatro preguntas enviadas de antemano, Francisco abordó la crisis citando «un midrash bíblico (narración pedagógica) de un rabino del siglo XII que he contado ya tres veces esta semana».

La historia relata que «en la construcción de la torre de Babel, cuando caía un ladrillo era una tragedia y se castigaba al obrero, pues cada ladrillo era precioso. En cambio, si caía un obrero no pasaba nada». El Papa añadió que «esto sucede hoy: la gente muere de hambre a causa de la crisis, pero en cambio nos ocupamos de los bancos» y «si las inversiones bancarias bajan un poco es una tragedia, pero si mueren de hambre personas que no tienen que comer o que no tienen salud, no pasa nada. ¡Esta es la crisis de hoy!».

El obispo de Roma advirtió que «la crisis afecta también la ética pública, el modelo de desarrollo y la política», pues «al leer los diarios vemos cómo la falta de ética pública hace un gran daño a la humanidad entera».

Pobres, en países ricos
El Papa lo había dicho de modo más formal el pasado jueves en su discurso escrito a cuatro nuevos embajadores en el Vaticano, constatando que «la mayor parte de los hombres y mujeres de nuestro tiempo continúan viviendo en una precariedad cotidiana con consecuencias funestas» hasta el punto que «el temor y la desesperación oprimen el corazón de muchas personas incluso en los países ricos».

En su opinión, «una de las causas está en la relación que tenemos con el dinero, en aceptar su dominio sobre nosotros y nuestra sociedad. La crisis financiera nos hace olvidar que su origen es una profunda crisis antropológica».

Según el Papa, «la crisis mundial expone las deformidades de la economía y la finanza pero, sobre todo, la grave carencia de su perspectiva antropológica, que reduce la persona a una sola de sus exigencias: el consumo».

El resultado es que «la solidaridad es considerada contraria a la racionalidad financiera y económica. Mientras los ingresos de una minoría aumentan de modo exponencial, los de la mayoría se debilitan». Ese desequilibrio «proviene de ideologías que promueven la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera». A eso se añaden «una corrupción tentacular y una evasión fiscal egoísta que asume dimensiones mundiales».

Poco antes el Papa se había referido a la crisis en un largo discurso —sin texto escrito— a los obispos y miembros del comité ejecutivo de Caritas Internationalis, que reúne las Cáritas de todo el mundo.

El hombre, en peligro
Francisco les dijo que «estamos viviendo una época de crisis muy grave, muy grave. Y no es solamente una crisis económica. Es también una crisis cultural y una crisis de fe».

Según el Papa, «hoy en día está en peligro el hombre, la persona humana. Está en peligro la carne de Cristo. Para nosotros, toda persona, y más si está enferma o si está marginada es la carne de Cristo. El trabajo de Cáritas es darse cuenta de eso».






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