JaimeUrcelay, Profesionales por la Ética
11/12/2012
No
hay trampa ni cartón. La imagen a la que se refieren estas líneas es
relativamente reciente y puede encontrarse, por ejemplo, en la potente web de
la plataforma pro-aborto Nosotras decidimos.
Los
carteles que portan las activistas del Movimiento Feminista Marea Violeta en
Málaga no pueden resumir mejor el actual estado del debate sobre el aborto en
España y la quiebra producida en los argumentos de sus defensores. Caben ya en
una sola foto.
Empezando
por la izquierda de la imagen, la primera de las «razones» exhibidas es la más
sincera y creo que también la más dramática: «Sí a la vida pero cuando ¡yo
decida!». Se admite ya, por el incontestable peso de las pruebas científicas,
que la cuestión es vida sí o vida no. Es un salto cualitativo importantísimo en
el debate. Pero seguimos atascados porque hay quien todavía pretende dejar esa
decisión tan trascendental en manos del «YO», es decir de la subjetividad del
individuo. O sea, un exacerbado relativismo individualista se adueña del
derecho a vivir del otro… La verdad es que el argumento «no tiene un pase» en
términos de racionalidad o simplemente de humanidad.
«Donde
hay derechos no hay «supuestos». Aquí, en cambio, coincidimos. La cuestión es
de quién es el derecho y a qué tiene derecho. Ya parece aceptado que hay vida,
así que por de pronto parece que hay un sujeto que tiene derecho a vivirla, o,
dicho de otro modo, a que no se la quiten. Ante algo tan básico no caben, desde
luego, «supuestos». Estamos de acuerdo. Porque el invento de los
autodenominados «derechos a la salud sexual y reproductiva» de las mujeres es
tan sólo eso, un invento o constructo ideológico fácilmente desmontable. Y,
desde luego, nunca algo que pueda superponerse al derecho fundamental e
incontestable de todos a la vida.
Pero
sigamos con la tercera y última de las razones de los abortistas: «Si yo no te
obligo a abortar…tú no me obligues a parir».
Pelín rancio, ¿no? Porque si de vidas humanas estamos hablando –y eso parece que a estas alturas de la
ciencia ya no es fácil discutirlo– la
traducción del trasnochado argumento abortista sería «Si yo no te obligo a
quitar la vida a otros tú no me obligues a que yo tampoco se la quite».
Tremendo…
Sin
obviar la compasión hacia las mujeres concretas que se ven empujadas al drama
del aborto, la verdad es que el panorama argumental en que se han instalado sus
defensores intelectuales y “políticos” del aborto no puede ser más pobre y
patético. Con lo cual uno inmediatamente se pregunta: ¿puede saberse qué frena
al Partido Popular y al Gobierno de Rajoy para acometer de una vez la reforma
de la ley del aborto para «reforzar la protección del derecho a la vida, así
como de las menores», como prometieron en su Programa del 2011? Porque no lo
olvidemos: cada día que pasa, cada día en el que se pospone la decisión, en
España se eliminan 310 vidas humanas al amparo de la Ley del Aborto.
Los
inconsistentes argumentos de las feministas radicales a favor del aborto caben
hoy en una sola foto. Hace tiempo que no se presentan si quiera razones de
fondo para un verdadero debate. Todos hablamos ya de la vida, esa es la feliz
novedad. Quizá por eso lo que necesita el Gobierno de Rajoy para acometer la reforma
de la ley cabe también en una sola palabra: CORAJE.
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