lunes, 21 de enero de 2013

Dorothy Day: una activista social que podría ser declarada santa



No era sencillo, a mediados del siglo XX, ser una periodista y activista comprometida con los pobres y rechazar el comunismo. Es llamativo que una mujer abortara voluntariamente y firmara posteriormente una declaración a favor de la vida...

artículo de José Ignacio Moreno / www.aceprensa.com / jueves 24 de enero de 2013


No era sencillo, a mediados del siglo XX, ser una periodista y activista comprometida con los pobres y rechazar el comunismo. Tampoco resulta fácil defender la propiedad privada y criticar severamente planteamientos económicos conservadores. No es menos chocante, en plena segunda guerra mundial, ser norteamericana y oponerse al mismo tiempo a Hitler y a participar en la guerra. Es llamativo que una mujer que tuvo un aborto voluntario firmara posteriormente una declaración a favor de la vida y en contra de la resolución pro aborto de la Corte Suprema de Estados Unidos del 22 de enero de 1973. Pero quizás lo más asombroso es que una mujer que levantó ampollas a derechas e izquierdas, haya recibido el pasado noviembre el apoyo unánimemente de los obispos católicos norteamericanos para abrir su causa de canonización.

Dorothy Day (1897-1980) nació en Brooklyn (Nueva
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York), pero pronto su familia se trasladó a San Francisco y posteriormente a Chicago. Dorothy estuvo en la universidad de Illinois, pero, sin concluir sus estudios, fue a Nueva York para trabajar como periodista. Se involucró en las causas del sufragio de la mujer y de la paz, y formó parte de un círculo de las principales figuras literarias y artísticas de su época. Trabajó para la Liga Anti-imperialista de Estados Unidos, en la que también participó el escritor Mark Twain.

Ideas sociales
Antes de su conversión al catolicismo, tuvo diversas relaciones amorosas, un matrimonio fracasado, un intento de suicidio y un aborto voluntario, del que posteriormente se lamentaría. En 1926, tras el nacimiento de su hija Tamara, Dorothy abrazó el catolicismo, que elevó sus inquietudes sociales a una nueva dimensión. En 1932, en plena Gran Depresión, junto con Peter Maurin comenzó a editar el periódico Catholic Worker, y más adelante puso en marcha comedores y casas de acogida para marginados. En la puesta en práctica de estas actividades llegó a ser tiroteada.

Sus ideas sociales pudieron parecer de sesgo anarquista, pero se insertan en lo que ella denominó “personalismo”. Una doctrina similar al distributismo formulado por Gilbert K. Chesterton y Hilaire Belloc. Según Tom Cornell, diácono que trabajó en una de las casas asociadas al Catholic Worker, Day entendió por personalismo una filosofía que reconoce que las personas están conectadas entre sí, no en una guerra de todos contra todos, como en el capitalismo salvaje. Tampoco están disueltas en un todo estatal, como en el modelo colectivista. Más bien, todos son individuos formados en, por y para la comunidad. Las personas nunca son medios para un fin, sino que son fines en sí mismos, y no deben ser ultrajadas en cuerpo, mente o espíritu.

Críticas conservadoras
Day escribió su autobiografía The Long Loneliness (La Larga Soledad), en 1952. En ella decía que “el estado
no es nuestro salvador” y era partidaria del principio de subsidiariedad, que aplicado a EE.UU. Formulaba así: el gobierno federal no debe hacer lo que puede ser realizado por los estados, ni el estado lo que puede hacer el condado, ni el condado lo que es propio de la ciudad, y así hasta llegar a la familia. Incluso recomendó a las familias que practicaran frecuentemente la hospitalidad con los marginados, de acuerdo con las enseñanzas bíblicas. 

Day fue objeto de críticas conservadoras que la tachaban de filocomunista. Frente a estas opiniones, Chad C. Pecknold, profesor de teología histórica y sistemática en la Universidad Católica de América, afirma que “Dorothy Day constantemente vivió su vida de acuerdo con una ‘obediencia más alta’ que no fue objeto de instrumentalización política”. “Fue una hija leal y obediente de la Iglesia”, afirma Cornell. Robert Ellsberg, el editor de Orbis Books, dice que “ella no solo se relacionaba con los católicos. Estaba en contacto con los protestantes, judíos y no creyentes, tratando de buscar puntos comunes”.

Aun siendo una activista social, en su vida interior tenía como santa favorita a Teresa de Lisieux, que practicó una espiritualidad hecha de pequeñas cosas.

Murió en Maryhouse (Nueva York), en una de las casas que fundó.

En 1996 se realizó una película sobre su vida titulada Entertaining Angels: The Story of Dorothy Day, dirigida por Michael Ray Rhodes, con Moira Kelly y Martin Sheen en los papeles principales. Su figura ha sido tratada también en el documental Dorothy Day: Don't Call Me a Saint, de la directora Claudia Larson, estrenado en 2005.

Feminista provida
En marzo de 2000, Juan Pablo II autorizó a la diócesis de Nueva York a empezar el proceso para promover su causa de beatificación. The New York Times destaca el interés por esta causa del cardenal Timothy M. Dolan de Nueva York, actual presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos. Day, tras su conversión, fue “una defensora de todo lo que se refiere a la dignidad de la persona humana y a la sacralidad de la vida”, afirma Dolan.

Leslie Fain ha recordado recientemente en The Catholic World Report que el 28 de junio de 1974, Day fue una de los siete firmantes de una Declaración de defensa de la vida del niño no nacido contra la sentencia Roe contra Wade, que legalizó el aborto. Tal Declaración afirmaba. “La decisión del Tribunal Supremo del 22 de enero de 1973 sobre el aborto priva a todos los no nacidos de cualquier protección contra los atentados a su derecho a la vida; y por ello crea una situación moralmente intolerable contra la que nos sentimos obligados a protestar... Desde el punto de vista de la ciencia biológica el feto es una vida humana individual. (...) Nadie tiene el derecho de decidir sobre la vida o la muerte de otro, pues asumir ese poder siempre ha sido reconocido como la forma más extrema de la opresión”.

Todos los contrastes de la vida de Dorothy Day pueden explicarse desde una óptica, la del Evangelio. La feminista y periodista de los pobres es la misma mujer piadosa y fiel a la Iglesia, que está en camino de los altares. El camino de Dorothy fue un camino en el que caben los de un lado y los de otro… Un buen camino para la concordia y la tolerancia






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