John
Flynn, L.C
ROMA,
domingo 6 de noviembre de 2011 (ZENIT.org)
El peligro de la fecundación in vitro
A pesar de que cada vez más mujeres
utilizan los tratamientos de fecundación in vitro, aumentan las evidencias que
confirman las desventajas de su uso.
El médico canadiense John Barrett
describía lo que denominaba una "epidemia de nacimientos múltiples,
debidos en gran parte a la fecundación in vitro", informaba el periódico
National Post el 22 de septiembre.
"Lo que está haciendo la industria
de la fecundación in vitro es crear una población de bebés enfermos... que está
afectando a toda la sociedad", afirmaba.
Según el artículo que citaba datos de
Statistics Canada, el número de nacimientos múltiples en Canadá ha aumenta en
un 45% hasta casi 12.000 al año en el periodo 1991 a 2008.
En otro artículo sobre la fecundación
in vitro el 26 de septiembre, el National Post informaba de que se la ha
vinculado a raros trastornos genéticos.
En una conferencia sobre fertilidad, la
doctora Rosanna Weksberg decía que los bebés nacidos por fecundación in vitro
tienen 10 veces más probabilidades de sufrir problemas genéticos. Aunque
declaraba su apoyo a la utilización de la fecundación in vitro, Weksberg
también decía que está viendo a muchos niños nacidos gracias a ella que sufren
de raras enfermedades.
Añadía que hay evidencias de que los
bebés nacidos por fecundación in vitro son más propensos a nacer con bajo peso.
La causa de este aumento del riesgo de
problemas genéticos es desconocida, pero según Weksberg podría ser una
combinación de los problemas de fertilidad de los padres y de los tratamientos
de fertilidad mismos.
En los casos en los que se involucra a
donantes externos, para los niños puede haber otros problemas debido a la falta
de conocimiento de los problemas médicos de su padre biológico.
Enfermedad
En Australia, un canal de televisión
hacía pública hace poco la historia de una mujer concebida con el semen de un
donante, que ahora tiene cáncer de colon hereditario, algo que no viene de su
madre.
Según un reportaje publicado el 5 de
septiembre por el servicio British BioNews, la mujer no puede obtener
información alguna sobre su padre, ni puede contactar con sus otros ocho medio
hermanos, por el hecho de que en el momento de su concepción la identidad de
los donantes se mantenía en secreto.
Algunos estados australianos han cambiado
la ley que exige a los donantes que consientan que se divulgue información
sobre ellos, pero el cambio no tiene carácter retroactivo.
El 21 de julio la norteamericana ABC
News informaba de un problema parecido. Rebecca Blackwell y su hijo de 15 años,
Tyler, estaban intentando localizar al padre donante de semen y, aunque no ha
respondido a sus solicitudes de información, la hermana de este hombre les
comunicó que su hermano tenía una enfermedad hereditaria de la arteria aorta
del corazón.
Descubrieron que Tyler había heredado esto,
lo que podría matarlo sin previo aviso. Más tarde se sometió a una operación,
pero será necesario que se someta a una vigilancia continua el resto de su
vida.
El padre de Tyler donó su semen a tres
clínicas, siendo padre de al menos 24 niños. No contó a ninguno de ellos sus
problemas de salud, que también incluyen el síndrome de Marfan, una enfermedad
de los tejidos.
Cuando el semen de un donante se
utiliza con mucha frecuencia se presentan otras consecuencias negativas. La
preocupación es que alguno de los niños, al ignorar quién es su padre, puedan
mantener una relación incestuosa.
El Sunday Times de 18 de septiembre
informaba de que un donante de semen británico engendró hijos para 17 familias.
Las directrices oficiales ponen un
límite de 10, pero la Human Fertility and Embryology Authority (HFEA) ha
admitido que se ha sobrepasado en ocasiones. Además, tampoco saben cuántas
veces se han roto las reglas.
"Existe el peligro real, en un
país pequeño como el Reino Unido, de que los niños concebidos por un donante se
encuentren sin saber que son medio hermanos", afirmaba Josephine
Quintavalle, de la organización Comment on Reproductive Ethics.
En Estados Unidos, que es mucho más
grande que Inglaterra, es significativo el problema de los múltiples
descendientes de un mismo donante.
Un caso llamativo era el publicado el 5
de septiembre por el New York Times, que contaba que un hombre había sido padre
de hasta 150 hijos. Aunque este es un caso extremo, el artículo decía que hay
muchos otros casos de donantes que han sido padres de 50 o más hijos.
"Tenemos más normas que entran en
juego al comprar un coche usado que al comprar semen", decía Debora L.
Spar, autora de The Baby Business: How Money, Science and Politics Drive the
Commerce of Conception (El negocio de los bebés: cómo el dinero, la ciencia y
la política dirigen el negocio de la concepción).
Según el New York Times, no hay datos ciertos
sobre cuántos niños han nacido utilizando semen de donantes. Se han hecho
varias estimaciones que van desde los 30.000 a los 60.000.
Complicaciones
No sólo los bebés corren riesgo. Un
análisis de los estudios existentes mostraba que las mujeres que se someten a
fecundación in vitro tienen un riesgo mayor, en algunos casos de hasta un 40%
más, de complicaciones graves durante el embarazo, informaba el 20 de octubre
el periódico Telegraph de Londres.
Se cree que el proceso de desarrollo
inicial del embrión fuera del cuerpo de la madre lleva posteriormente a un mal
desarrollo de la placenta. Otra causa es que la mujer tiende a ser más mayor y
a tener problemas de salud.
Algunos tratamientos de fecundación in
vitro implican la donación de óvulos de otra mujer. El Sunday Times informaba
el 23 de octubre de que se ha suscitado preocupación por el gran número de
óvulos que se toman de algunas donantes, lo que las pone en peligro.
Además de problemas como cambios de
humor, dolores de cabeza y cansancio, las hormonas inyectadas en las donantes
pueden llevarles a una situación conocida como síndrome de hiperestimulación
ovárica, que causa coágulos de sangre y daño renal e incluso en algunos casos
la muerte.
Los datos del HFEA muestran que en un
caso se tomaron hasta 85 óvulos de una sola donante. A otras se les había
retirado de 50 a 70.
Esto se ha conocido en un momento en el
que las autoridades de fertilidad han aumentado --de 250 libras a 750 libras
(de 400 dólares a 1.200 dólares)- la cantidad que se puede pagar a una donante
de óvulos, informaba el 20 de octubre el periódico Independent.
La medida se ha adoptado porque las
clínicas sufren escasez de donantes. Esto se debe en parte al haber sido suprimido
en 2005 el anonimato de la donante.
"Esta es una decisión desgraciada
que pone en peligro la salud de mujeres jóvenes", declaraba David King,
director de la organización Human Genetics Alert. El pago de 750 libras es un
gran incentivo para las estudiantes universitarias, que luchan por pagar sus
estudios, decía.
Aparte de los riesgos para la salud,
las clínicas a veces cometen errores, algo que, según un artículo del Daily
Mail de 13 de agosto, va en aumento en Gran Bretaña.
Las cifras de la HFEA revelan que en 2010
hubo 564 errores graves o cuasi accidentes en las clínicas de Gran Bretaña. Es
una cifra tres veces superior a la de 2007.
Los errores incluyen inyectar
espermatozoides incorrectos en un óvulo, destruir embriones por accidente, e
implantar en mujeres embriones incorrectos.
Sólo ha habido un ligero aumento en el
número de tratamientos de fecundación in vitro en los últimos años, por lo que
el notable aumento de errores no se debe a que haya habido un mayor número de
casos.
Antes, en un artículo de 22 de julio,
el Daily Mail informaba de que las clínicas desechan cientos de miles de
embriones.
Según las cifras publicadas por el
Departamento de Sanidad, por cada nacimiento con éxito por fecundación in
vitro, se crean más de 30 embriones humanos.
La información revelaba que, desde
1991, para las técnicas de fecundación in vitro se han creado más de 3 millones
de embriones, con menos de 100.000 nacimientos resultantes.
Según el Daily Mail cerca de 1,5
millones han sido desechados en el curso de los tratamientos y más de 100.000
fueron entregados para investigación en experimentos destructivos.
La oposición de la Iglesia católica a
la utilización de la fecundación in vitro es bien conocida, pero no es
necesario ser católico para abrigar preocupación por el inmenso coste humano
que implican estos procedimientos.
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