Descubre la verdad. No
dejes que algunos, tus amigos o medios, te la digan y la asumas.
Los medios de comunicación, los periodistas son esenciales para la democracia al hacer un relato de lo que realmente está pasando para que los ciudadanos puedan tomar decisiones fundamentadas. pero, ¿esto es realmente así?
Los medios de comunicación, los periodistas son esenciales para la democracia al hacer un relato de lo que realmente está pasando para que los ciudadanos puedan tomar decisiones fundamentadas. pero, ¿esto es realmente así?
Artículo de Montse Doval Avendaño,
profesora de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Vigo / www.aceprensa.com
/ martes 10 abril de 2012
Si ya era difícil que los medios ejercieran la
labor de informar objetivamente al público sin dejarse presionar por intereses
económicos o políticos, el ecosistema comunicativo del siglo XXI es un
auténtico desafío para la verdad. La atención de la audiencia se reparte entre
los medios sociales –millones de personas produciendo o compartiendo contenidos
en internet– y los medios tradicionales. La menor audiencia de cada medio de
comunicación y la crisis han llevado a un periodismo cada vez más partidista,
más barato, a la caza de la atención para poder vender publicidad. Internet no
es la gran plaza pública de la transparencia, al contrario, la personalización
de las noticias trae un menú informativo cada vez más centrado en el mundo de
cada usuario.
Es decir, si del lado de los medios la
competencia es cada vez mayor, la audiencia se encuentra estimulada
informativamente por miles de voces contradictorias. La reacción que genera es
la de centrar la atención en unos cuantos medios afines y rodearse en las redes
sociales de personas con las mismas ideas. Es decir, la mayor amenaza para la
propia información es uno mismo.
Es en la mentalidad de cada uno en donde debe
operarse el cambio para que tengamos un afán serio por conocer la realidad
Burbujas de convicciones
Varios libros han alertado últimamente sobre la
sobreabundancia informativa, unida al peligro de que, en vez de una sociedad
cohesionada, internet nos transforme en islas encerradas en burbujas de
convicciones, no en espacios abiertos de intercambio de ideas. The Filter Bubble, de Eli Pariser; The Shallows, de Nicholas Carr; Contra el rebaño
digital de Jaron Lanier y The Information Diet de Clay Johnson hablan de estos
problemas. Los cuatro libros inciden sobre la influencia que el medio tiene
sobre el mensaje, es decir, cómo la tecnología ha cambiado nuestra relación con
la realidad. Pero si los dos primeros libros tienden a cierto pesimismo
determinista, Johnson tiene el mérito de creer en la libertad humana para poder
cambiar sus hábitos y defiende que la necesidad del esfuerzo personal por
informarse mejor es un deber ético con uno mismo y con la sociedad.
Johnson es un hombre volcado durante más de diez
años en la esfera pública. Su motivación inicial para entrar en el activismo
fue que su madre enfermó de cáncer y Johnson estaba convencido de la necesidad
de una sanidad pública para casos como el de su madre. Trabajó en los comités
de apoyo de Howard Dean y de Obama y en organizaciones para la transparencia
gubernamental. Cuando el presidente Obama aprobó la ley que amplía el servicio
público de salud en EE.UU., popularmente conocida como “obamacare”, Johnson
debería haber sentido una gran satisfacción, pero vio como la sociedad
americana se dividía en una lucha partidista en la que lo de menos eran los
datos.
En su libro The information diet, “dieta
informativa”, Johnson explica su decepción al comprobar que a la gente no le
importa la información sino la reafirmación de sus convicciones. Esa misma
tendencia la reconoce en sí mismo cuando relata la cena de acción de gracias
familiar del año anterior. El y su tío convirtieron la velada en una discusión
política frustrante: cada uno estaba convencido de que el otro no estaba
diciendo la verdad y terminaron insultándose, algo que desgraciadamente no sólo
pasa cada vez más en EE.UU. sino también en España. La polarización política
nos hace vivir en mundos paralelos.
Saber elegir
“Así como las empresas
de alimentación se dieron cuenta de que, si querían vender muchas calorías
baratas, deberían empaquetarlas con sal, grasa y azúcar –el tipo de cosas que
la gente desea–, las empresas de medios de comunicación han aprendido que el
refuerzo de las convicciones se vende mucho mejor que la información. ¿Quién
quiere escuchar la verdad si puede escuchar que tiene razón?”, afirma en su
libro.
Johnson hace un paralelismo entre el consumo de
alimentos y el de información. Si hemos pasado de una época de escasez de ambos
a una de sobreabundancia, el problema en nuestros tiempos no es consumir sino
elegir. Así como nuestro organismo tiende a comer más de lo que necesita,
nuestro cerebro está alerta a la caza de información y es muy fácil perderse la
verdad en favor de la autoafirmación.
Un punto de partida sano, según el autor, es el
socrático “sólo sé que no sé nada”: “acepta tu propia ignorancia como el único
elemento del que estar seguro”. ¿Cuál es la solución? Johnson propone consumir
información de forma consciente con flexibilidad y reforzando las virtudes como
la fuerza de voluntad y el amor por la verdad. Es decir, que lo que consumamos
sea realmente información, no solo opiniones; que no sea demasiada y que sea en
lo posible de primera mano. Así como los periodistas responsables tienen un
código ético –dice el autor– cada uno de nosotros también debería tenerlo:
nunca busques y analices datos para tener razón sino para descubrir la verdad. No
dejes que tus prejuicios supriman la búsqueda de la verdad.
Ir a la fuente
Descendiendo a la práctica, aconseja revisar la
lista de personas de las que somos amigas en las redes sociales y preguntarnos
cuántas de ellas no comparten nuestra ideología; desaconseja utilizar la
televisión como medio de información, salvo aquellos canales que transmiten en
directo comparecencias y ruedas de prensa; propone un mejor conocimiento de las
habilidades tecnológicas, para saber encontrar fuentes documentales en internet
y no fiarse de las interpretaciones de los medios; así como emplear más interés
en los asuntos locales o en aquellos que se pueden solucionar que en grandes
debates que no tienen un remedio inmediato (la injusticia, el poder, la
ignorancia, etc.).
“El patrón de comportamiento debería ser el siguiente:
busque información directamente en las fuentes y cuando la información requiera
que usted actúe, trate directamente con la fuente. Depender demasiado de
intermediarios para informarse y para el activismo reduce su habilidad para
conocer la verdad y disuelve su capacidad de cambiar las cosas”.
Johnson es un experto en iniciativas sobre
transparencia pública y por eso mismo no cree que la transparencia sola sea la
solución, ya que hay millones de datos públicos a los que la gente no presta
atención por falta de interés. Aspira a una conjunción entre programadores
informáticos y periodistas para mejorar la información. Así y todo, es en la
mentalidad de cada uno en donde debe operarse el cambio para que tengamos un
afán serio por conocer la realidad. El libro sería el inicio de una
conspiración en favor de la verdad informativa que prosigue en el sitio web que
ha puesto en marcha
http://www.informationdiet.com/ y
donde comparte soluciones y herramientas informáticas.
El problema, viene a decir, es de actitud. No le
eches la culpa a los medios, cámbialos mediante elecciones conscientes. Los
medios sólo quieren vender, el problema es lo que queremos consumir.
Enlace a la noticia: http://www.aceprensa.com/articles/por-una-dieta-informativa-mas-variada-y-sana/
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