por Alfonso Ussía
Por
respeto a su condición de antiamericano y anticapitalista, no se acepta el
«Oscar»
4
Diciembre 2011
Me
divierte esta gente. Ya no saben qué hacer para llamar la atención. Su
«marketing» –perdón por la cursilería– se sustenta en la grosería calculada y
la incoherencia.
Hace
pocos días, el Instituto Reina Sofía de Nueva York entregó sus premios. No
tengo la relación de los miembros que componen su jurado, pero me temo más de
una sorpresa. Entre los premiados estaba el inevitable Javier Bardem. Todos los
presentes, empezando por la Reina, protocolariamente vestidos. Pero como Javier
Bardem es comunista y republicano, se presentó sin corbata para parecer más de
izquierdas. La Reina le entregó su medalla y Javier Bardem se la agradeció
recordando a la Reina su condición de republicano, detalle que a la Reina y al
resto de los presentes les importa un bledo. El día que le concedan el Premio
Quesos de Castilla, lo dirá cuando reciba el queso: «Muchas gracias, pero soy
republicano».
Años
atrás, encabezó el movimiento de la Ceja con su oposición a la guerra de Irak y
llamó asesino a Aznar. Poco después, el Gobierno socialista de Zapatero mandó a
nuestros soldados a luchar en la guerra de Afganistán. Pero Bardem se calló,
seguramente por su condición de republicano. También, desde su condición de
anticapitalista y antinorteamericano, montó un «lobby» para acceder a la
posibilidad de ser premiado con un «Oscar». Es un buen actor y ganó el «Oscar».
Y a pesar de que se lo daban en los Estados Unidos lo aceptó encantado,
olvidando su condición de antinorteamericano, anticapitalista y republicano,
que allí en Estados Unidos significa ser muy de derechas.También es un decidido
defensor de la causa palestina, y los judíos le caen muy mal. Pero lo que son
las cosas. Ingresó a su mujer, Penélope Cruz, en unos de los hospitales más
caros del mundo para que ésta diera a luz al hijo de ambos. En un hospital de
Los Ángeles fundado y administrado por
la comunidad judía. Lo normal y lógico en un antinorteamericano,
anticapitalista y antisemita.
El
feliz matrimonio viene poco por España, porque aquí el cine no tiene dinero, y
el anticapitalista busca dólares en otros mercados. Pero como las raíces tiran,
el joven matrimonio anticapitalista, antinorteamericano, antisemita y
republicano ha elegido para vivir la urbanización «La Finca», la más exclusiva
de los entornos de Madrid, y hace muy bien, porque un comunista anticapitalista
tiene todo el derecho a vivir entre multimillonarios si puede mantener ese
nivel de vida. Y cuando le pregunte un inocente militante comunista el motivo
de tanto lujo, el coherente le responderá: «Ya ves, vivo ahí, pero soy
republicano».
Sentirse
comunista, antinorteamericano y republicano, no garantiza la coherencia. Por
respeto a la Reina, pero más aún, por respeto a su condición de republicano, no
se acepta el premio del Instituto Reina Sofía, y si se acepta, se acude vestido
de premiado, no de grosero marginal. Por respeto a su condición de
antiamericano y anticapitalista, no se acepta el «Oscar». Por respeto a sus
simpatías palestinas y desafectos hacia Israel, no se tienen los hijos en un
hospital judío carísimo. Y por respeto a su condición de comunista, no se hace
uno una casa en la urbanización más selectiva de Madrid. Y todavía hay gente
que admira su militancia en la izquierda. Gente muy divertida, por otra parte.
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