El tema es bastante escabroso, pero pienso que vale la pena hacer aquí algún comentario sobre Jimmy Savile, un popular presentador de la BBC, fallecido hace un año, del que se ha descubierto ahora un oscuro pasado de abusador sexual.
comentario de Diego Contreras / www.laiglesiaenlaprensa.com
La pregunta es cómo demonios nadie se dio
cuenta, a pesar de que la cosa duró unos cuarenta años y algunas de las fechorías (con más de 300
victimas, chicos y chicas) las cometió precisamente en locales de la BBC. Ahora
se sabe que a lo largo de los años hubo al menos siete personas que lo
denunciaron, pero sin consecuencias. Saville tenía una enorme popularidad,
gozaba de fácil acceso al príncipe Carlos y se ocupaba de iniciativas de
caridad, razón por la cual Juan Pablo II le concedió en 1990 un título
honorífico pontificio.
A
esas premisas se añade la sospechosa cancelación de un reportaje que la propia
BBC estaba preparando sobre esta historia en diciembre de 2011, cuando todavía
el escándalo no había salido a la luz pública; ese programa no se emitió, pero
sí otro de homenaje. La primera respuesta de los responsables para justificar la
suspensión del reportaje fue que “faltaba documentarlo mejor”. No es el caso de
recordar ahora cómo la misma BBC –aunque en otro programa- realizó varios
reportajes sobre los abusos sexuales cometidos por sacerdotes, uno de ellos
particularmente ofensivo y sesgadamente documentado contra Benedicto
XVI.
Pero no escribo esto para hacer comparaciones, sino
porque el caso ofrece nuevas luces sobre algo que hoy parece que no se quiere
admitir: en los años setenta, la descriminalización de la pedofilia era una
causa liberal, progresista o como se la quiera llamar. Y eso está documentado. En 1976, “The National Council for Civil
Liberties” (NCCL), un grupo de presión británico conocido hoy como “Liberty”, argumentó ante una comisión del parlamento que “las
experiencias sexuales infantiles con un adulto, libremente asumidas, no producen
un daño identificable”. Se añadía que era necesario un cambio de actitud d e
quien asume que todos los casos de pedofilia suponen un daño duradero. En 1978,
un grupo activista pro pedofilia (“Paedophile Information Exchange”) se integró
en el NCCL, del que fue expulsado años después.
Algunos de los que se han rasgado las vestiduras ahora,
estaban entonces en el otro campo, como subraya una articulista del Daily Mail. Si hubo gente que no vio tal vez fue porque eso
era lo políticamente correcto, en un clima en que se consideraban moralistas,
mojigatos, intolerantes o amantes de la censura a quienes se opusieran a esas
formas de libertad sexual.
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