martes, 30 de octubre de 2012

Crisis en la BBC: lo que enseña el caso Saville de cierto ambiente chic de los 70


El tema es bastante escabroso, pero pienso que vale la pena hacer aquí algún comentario sobre Jimmy Savile, un popular presentador de la BBC, fallecido hace un año, del que se ha descubierto ahora un oscuro pasado de abusador sexual.

 

comentario de Diego Contreras / www.laiglesiaenlaprensa.com 
 

La pregunta es cómo demonios nadie se dio cuenta, a pesar de que la cosa duró unos cuarenta años y algunas de las fechorías (con más de 300 victimas, chicos y chicas) las cometió precisamente en locales de la BBC. Ahora se sabe que a lo largo de los años hubo al menos siete personas que lo denunciaron, pero sin consecuencias. Saville tenía una enorme popularidad, gozaba de fácil acceso al príncipe Carlos y se ocupaba de iniciativas de caridad, razón por la cual Juan Pablo II le concedió en 1990 un título honorífico pontificio.

 A esas premisas se añade la sospechosa cancelación de un reportaje que la propia BBC estaba preparando sobre esta historia en diciembre de 2011, cuando todavía el escándalo no había salido a la luz pública; ese programa no se emitió, pero sí otro de homenaje. La primera respuesta de los responsables para justificar la suspensión del reportaje fue que “faltaba documentarlo mejor”. No es el caso de recordar ahora cómo la misma BBC –aunque en otro programa- realizó varios reportajes sobre los abusos sexuales cometidos por sacerdotes, uno de ellos particularmente ofensivo y sesgadamente documentado contra Benedicto XVI.

Pero no escribo esto para hacer comparaciones, sino porque el caso ofrece nuevas luces sobre algo que hoy parece que no se quiere admitir: en los años setenta, la descriminalización de la pedofilia era una causa liberal, progresista o como se la quiera llamar. Y eso está documentado. En 1976, “The National Council for Civil Liberties” (NCCL), un grupo de presión británico conocido hoy como “Liberty”, argumentó ante una comisión del parlamento que “las experiencias sexuales infantiles con un adulto, libremente asumidas, no producen un daño identificable”. Se añadía que era necesario un cambio de actitud d e quien asume que todos los casos de pedofilia suponen un daño duradero. En 1978, un grupo activista pro pedofilia (“Paedophile Information Exchange”) se integró en el NCCL, del que fue expulsado años después.

Algunos de los que se han rasgado las vestiduras ahora, estaban entonces en el otro campo, como subraya una articulista del Daily Mail. Si hubo gente que no vio tal vez fue porque eso era lo políticamente correcto, en un clima en que se consideraban moralistas, mojigatos, intolerantes o amantes de la censura a quienes se opusieran a esas formas de libertad sexual.






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