William
Browder, tras diez años haciendo negocios en Rusia denunció las corruptelas que
fue encontrando. La respuesta del Gobierno ruso fue expulsarlo del país. Desde
entonces, Bill dedica su fortuna a acabar con la impunidad en la violación de
los derechos humanos
Entrevista
de Ima Sanchís a William Browder, financiero en guerra por la defensa de los
derechos humanos / www.lavanguardia.es
¿Un financiero en busca de justicia?
Tengo
dos propósitos: uno es hacer justicia en el caso del asesinato de mi amigo y
abogado Serguéi Magnitsky en Rusia; y el otro, que la gente buena como él, que
quiere denunciar abusos, no corra su misma suerte.
Y lo hace poniendo entre la espada y la
pared a líderes mundiales.
Les
planteo un dilema: '¿Qué es más importante: sus relaciones con el Gobierno ruso
o la defensa de los derechos humanos?'. Y si optan por lo primero, recurro a la
prensa y han de responder públicamente.
Muy listo.
En
1996 establecí en Rusia un fondo de inversión de Hermitage Capital, del que soy
el jefe ejecutivo, y que se convirtió en el más grande del país. Me di cuenta
de que en muchas de las empresas en las que quería invertir había corrupción, y
decidí denunciarlo.
Y le expulsaron de Rusia.
Sí.
Un año y medio después mi oficina en Moscú fue asaltada por 18 policías. Se
llevaron todos los documentos y se apropiaron de todas las empresas en las que
invertíamos. Fue entonces cuando contraté a Serguéi Magnitsky, que descubrió un
enorme fraude contra el propio Gobierno ruso.
¿Por parte de quién?
Policía
corrupta que junto con redes mafiosas y altos cargos ministeriales desvió 230
millones de dólares. Serguéi testificó contra estas personas. Un mes después,
los policías implicados le detuvieron, le torturaron y le recluyeron en
condiciones inhumanas.
Murió.
Sí,
tras 358 días de infierno, a los 37 años. Dejó mujer, dos hijos y una madre que
dependía de él. Lo supe a la mañana siguiente y fue como una puñalada en el
corazón.
¿Por qué?
Lo
cogieron a él porque no pudieron cogerme a mí. Prometí a su familia y a mí
mismo que ese crimen no quedaría impune, así que llevo dos años y medio con
esta campaña, que tiene tres patas: legal, política y mediática, para que se
haga justicia en este caso y no se repita.
¿La hace personalmente?
Sí,
yo soy el que da la cara, pero también he creado un equipo de juristas. Quiero
demostrar la gran impunidad del poder.
Impune hasta el punto de que lo que extraña
no es que asesinaran a Serguéi, sino que usted haga lo que hace.
Soy
un emprendedor exitoso y aplico mis cualidades a la defensa de los derechos
humanos, y como no sufro ningún tipo de burocracia, como les ocurre a las
grandes oenegés, ni tengo que pedir dinero a nadie porque invierto el mío, y
estoy muy motivado, siento que puedo mover montañas que otros no pueden.
Visita personalmente a políticos por todo
el mundo.
Primero
intenté hacer justicia dentro de Rusia, pero el Gobierno protegió a sus altos
cargos, así que decidí buscar justicia fuera de Rusia. Como el crimen que se
cometió contra Serguéi fue financiero y la gente que lo cometió invierte su
dinero fuera de Rusia, pensé que ese era su punto débil.
¿...?
Quitarles
la posibilidad de viajar a Europa o Estados Unidos, de educar a sus hijos en
Oxford o de comprar pisos en las capitales europeas es un castigo enorme para
ellos. Trabajo con políticos de Estados Unidos, Canadá y Europa para congelar
los bienes de esta gente y prohibirle los visados.
¿Con éxito?
En
Estados Unidos se ha aprobado la llamada ley Magnitsky con esos fines, y he
convencido a las autoridades suizas para congelar las cuentas bancarias de
algunos de ellos.
Debe de ser usted muy persuasivo.
El
Parlamento Europeo también aplicará esta medida en todos los países miembros,
pero no puede obligar a los países a aplicarla, por eso viajo y me entrevisto
con todos los políticos. Hablé en el Parlamento holandés y todos votaron a
favor, igual que en el británico, el sueco y el polaco. Ayer estuve en el
Parlamento español y esta mañana en Portugal. La próxima semana me voy a
Italia.
En dos años ha conseguido usted lo que no
ha conseguido la ONU.
Mi
objetivo es cambiar cómo los países condenan la impunidad en derechos humanos.
No se trata sólo de condenar, sino también de actuar, y esta ley es un acto
concreto.
En estos años de intensa relación con los
políticos, ¿qué ha entendido?
No
hay ni un solo ministerio de Asuntos Exteriores en el mundo que quiera hacer lo
correcto. La única manera de conseguirlo es avergonzándolos sacándolo a la luz
pública con la colaboración de la prensa.
¿Y personalmente?
Esta
tragedia me ha hecho ver el lado bueno del ser humano, que creía que no
existía, porque en Wall Street, mi mundo, a nadie le importan los derechos
humanos. Nadie hace nada por otro si no hay un beneficio económico. En cambio,
en el mundo de la justicia hay gente que s e mueve por valores.
¿Es el único financiero con corazón?
Alguno
más habrá, pero no muchos.
¿Qué les pasa a sus colegas?
Que
están descontrolados, hacen y deshacen a su antojo. No confíe en los banqueros,
no nos sacarán de esta crisis, es un sálvese quien pueda, pero también los
arrollará.
Vive amenazado de muerte.
Sí,
pero no siento miedo, siento rabia.
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